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Mujer, que luces rara y arrogante,
Que sólo, ¡ necia !, sabes abroncar.
Ignoras que no puedes perfumar,
Con sabio y femenino buen semblante.
Ni hombre, ni mujer; no eres ni amante,
Que el verbo amor no sabes conjugar.
Tu boca obsesa siempre ha de mandar,
Con rostro altivo y voz altisonante.
¡Que graciosa es la fémina elegante!,
Que cuida su persona y su talante,
Que hace deseable acariciar
Afable mujer, que sin desplante,
A toda marimacho arroja el guante,
De ser la fina perla del hogar.
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La flor que sin motivo te he ofrecido
Es cosa del querer que te profeso.
La traigo, ¡porque sí!, tal vez es beso,
Que en un impulso ciego te he pedido.
Carmín tus labios son y mi sentido,
Tus ojos llenan suaves de embeleso.
Esclavo si me miran soy, confieso,
Y extraño tu persona en un gemido.
No sé porqué, al ver yo aquella rosa
Sentí mi corazón por ti prendido,
Y en éxtasis de amor, perdido el seso.
No se decirte lo que siento, hermosa.
Me encuentro en tus amores tan perdido,
Que en carcel de sonrisas soy un preso.
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