Silencio rumoroso a cada paso,
vacío
que alimenta y aligera,
floresta
renacida en primavera,
tormenta
convertida cielo raso...
Supero
la epidermis, sobrepaso,
trepando con ternura, a mi manera,
por todo lo que adentro reverbera
del alba hasta las luces del ocaso.
Y
al uso se me surgen manantiales
desde íntimas corrientes solitarias,
ardientes de misterios corporales,
que
al brote surten aguas solidarias,
con alma y con frescuras naturales,
saciantes de gargantas luminarias.
1988
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Si tu labio declina algarabía
notarás la señal de
mi presencia:
un aliento sereno de inocencia
en ámbitos del alma, de alegría;
plenitud
de gozar en cada día
bebiendo del instante
la sustancia,
la pulpa de poesía y elegancia
de pura realidad y fantasía.
Percibo
ese perímetro de esfera:
la tierra de fábula y herida,
la torpe ilusión de una quimera...
Mas
habito la esencia revivida,
como duende, para
quien requiera
el abrazo intenso de la vida.
1987
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