Caminaré por la nevada sierra,
iré de nuevo a la arenosa playa.
Como un lamento, lejos, donde vaya,
oiré la voz de mi callada tierra.
Como el rumor de un susurro que cierra
la vida de quien la madurez haya,
me opondré a la inexistencia que calla
para luchar en la perdida guerra.
Y cuando llegue la muerte postrera
miraré de frente para afrontarla.
Descansaré como agua en la rivera
y con un susurro, aunque nada valga,
retendré callada mi vida entera
quedando el recuerdo para retarla
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En los jardines del hielo,
allá donde el sol no alumbra,
ya no existe la penumbra
si el mar refleja tu pelo.
Son tus ojos como el cielo;
¡azules!, y me deslumbra
la luz que de luna encumbra
tu ardor en tupido velo.
Tu nombre, mi vida, alcanza
el sentimiento quebrado
de ese amor que llaman ciego.
Dame sólo la esperanza
de un suspiro enamorado...,
¡que yo avivaré tu fuego.!
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