Para tocarte fui como perfume
que disipó sutil en tu conciencia.
Para encenderte, luz de incadescencia
que percibida apenas, se consume.
En declararme, humo que se esfume
con elocuencia muda en tu presencia,
y al evocarte abro la vivencia
de lo que nunca fue, pero presume
que para amarte basta con lo poco
que se coló a tus rasgos y evidencio
que se ha quedado ahí, donde lo toco,
donde lo huelo en mí y lo presencio,
en el espacio inmenso que convoco
para que quepa todo tu silencio.
(a MALC, mayo 2000)
|
|
No conoces mi voz, querido mío,
ni mis labios rozando tu mejilla
ni mi mano posada en tu rodilla
debajo de un mantel ante un gentío.
No sabes ni quién soy, aunque adivines
que cada línea lleva una sonrisa,
cada estrofa un pretexto que utiliza
tu lectura para que la ilumines.
Cuando mis líneas van a acompañarte
con ellas va mi afecto y algo de arte.
Es cariño del bueno por distante,
porque intima contigo en este instante
de coqueta ficción que te divierta.
¡Y es que sueño mejor si estoy despierta!
(a LABV, mayo 2001)
|