CUENTOS QUE ME CONTARON MIS ABUELOS
Alicia Rabinovich
Burbujas. Pequeñas y brillantes.
Siempre que mi abuela Rosita tomaba mate, me sentía hipnotizada por esas
burbujas, que culminaban el ritual y abrían paso al relato.
MI ABUELA ROSITA
- Entonces yo tenía 13 años, estaba en mi aldea cerca de Odesa y fui a buscar agua al río con una de mis 14 hermanas y nos encontramos con uno de nuestros
primos. El estaba con un muchacho muy boin mozo de un pueblo vecino. Me miró y me
dijo:
- “Qué hermosa sos, Rujl. ¿te parece bien que esta tarde nos comprometamos y en mi próximo viaje nos
casemos?”
- “ ¡Sí !”
- Abuela, pero si recién lo conocías.
- Para decir que no, siempre hay tiempo.
- Ves, Ali, ésta es una foto de mis hermanas. Me casé con tu aboilo a los 13 años, vinimos a la Argentina, llegó la
guera...y mi aldea foi barrida por las bombas. Nunca supe nada mas de ellos.
- Yo me parezco muchísimo a tu hermana menor ¿no?
- Siiiii......pero ella... era rubia.
- Yo también. ( a ver cómo salís de ésta, viejita)
- Siiii...pero ella...nació rubia.
- Tenés tiempo, Ali?
- Para vos siempre tengo tiempo, abuela.
- Hablame del aboilo. ¿Sábes cuántos años tenías vos cuando él murió?
- No me acuerdo.
- Tenías dos años. Nadie te creía cuando decías que te acordabas de él. Yo sí. Recién te creyeron cuando desenterraste el
caracol.
Historia del caracol del abuelo Bernardo:
- Hoy quiero decirte algo especial. Es una hermosa tarde, estamos juntos en la plaza, hay un hermoso
sol...todo está bien. Sólo que yo no estoy bien, ya tengo 50 años, mi corazón está un poco
cansado, puede que tenga que hacer un viaje muy muy largo...y estoy preocupado por
vos. Creo que no te entienden. Y uno se siente muy solo cuando no lo entienden. Pero yo creo que encontré la manera de estar siempre con
vos. Te voy a regalar este caracol. Cuando me extrañes, o me necesites, tomá este
caracol, acercalo a tu orejita, cerrá los ojos, prestá atención y vas a escuchar el ruido del mar; en esa playa que hay dentro de este
caracol, voy a estar yo...esperándote siempre.
Este va a ser un secreto entre vos y yo. Ahora vamos a enterrar este caracol al lado de este árbol donde siempre nos sentamos a
charlar. Cuando seas grande y puedas venir solita a la plaza, desenterrá nuestro caracol y guardalo siempre con
vos. Seguramente va a estar intacto... como el amor que yo siento por vos.”
No sé si esas fueron exactamente las palabras de mi abuelo, pero eso fue lo que yo entendí.
Y...tenías razón, abuelo, no me creyeron, hasta que un día, cuando tendría 5 años, cansada de que duden de mí, los llevé a la plaza y ante la mirada incrédula de
todos...desenterré mi caracol.
Ese día en particular me vi realmente linda.
Ese día en particular me sentía realmente triste.
- ¿Sabés por qué estás triste?
- No estoy triste, abuela.
- ¿Sabés por qué estás triste?
- ¿Cómo sabés que estoy triste?
- Porque tu aboilo no te dejó solamente un caracol, te dejó también sus ojos, y no solo los
ojos, también su mirada; y yo sigo muy namorada de mi compañero, y entiendo muy bien esa mirada .
- ¿Por qué estoy triste?
- Porque no encontraste el amor.
- Pero, abuela, si ya me casé una vez y tengo muchos “admiradores”.
- Pero no encontraste el amor.
- ................................
- No te preocupes, tu pareja está viajando. Te voy a contar el cuento de Dios y las
manzanas.
Cuento de Dios y las manzanas.
de Rosa Raquel d.
Un día Dios estaba aburrido. Entonces decidió hacer una travesura.
Tomó a toda la humanidad y la convirtió en manzanas; rojas, lustrosas, jugosas
manzanas. Luego las cortó en caprichosas mitades, las metió en una enorme bolsa y las mezcló con
fuerza.
Luego, cada una de esas mitades comenzó desesperadamente a buscar su otra mitad. Algunas las encontraron
enseguida, otras renunciaron a la búsqueda, otras murieron sin encontrarla. Muchas veces las manzanas se equivocaban y elegían la mitad
incorrecta, pero tarde o temprano se daban cuenta de su error y las dejaban ir.
Un día, palomita, vas a encontrar tu verdadera mitad y probablemente te vas a preguntar por qué si estas rodeada de manzanas mas lindas o
sabrosas, querés ésa y no otra. Es porque ésa manzana en particular es TU
mitad, y porque únicamente en contacto con ésa mitad, te vas a sentir completa.
Entonces, nena, no dudes, aceptalo, y hacé todos los esfuerzos posibles para no dejarla
ir, porqué ésa será tu única posibilidad ...de no volver a tener los ojos tristes como
ahora.
Un día, los 87 jóvenes años de mi abuela decidieron descansar. Era viernes, los judíos no efectúan sepelios los días sábado. Había
tiempo. La abuela estaba como dormida en su cama rodeada de todos sus nietos. Estabamos
tranquilos, charlando, nadie estaba angustiado o impresionado. Nos habías preparado a
todos. Nos dijiste que si algún día te ibas, no estemos tristes por vos, que la vida no te había
estafado. Que habías amado, sido amada, tenido hijos, nietos, bisnietos, nos habías visto
crecer, superarnos; que pensemos que habías recorrido un camino muy largo y no te asustaba la idea de, por fin, poder
descansar. ¿Sabés, abuela que el otro día leí un artículo de Bertrand Russell, y él decía lo mismo que
vos? ¡Qué sabio que era Bertrand Russell, abue, decía lo mismo que vos
A veces dudo de que exista un Más Allá. De lo que nunca he dudado es de que en ese Más Allá, exista o no, mis abuelos están
juntos, enamorados como ese
Primer día en Odessa, en que mi abuelo vio a mi joven abuela y le dijo:
.....
Y ella le contestó:
-¡Sí! Porque para decir que no... siempre hay tiempo.
|