LOBO SOLITARIO

M. Lilian Rodríguez

Había una vez un señor halcón, que cada día salía a pasear, y remontaba el vuelo tan alto que sus plumas parecían finos diamantes al sol de tanto como relucían. Su vuelo era majestuoso y señorial tanto que una señora halcón que también habitaba por aquel bosque un día se fijó en él y quedó deslumbrada por sus brillos.

Durante un tiempo, el señor halcón volaba para ella mostrándole su esplendor y majestuosidad y ella seguía tímidamente la estela de su vuelo pero jamás conseguía volar tan alto como él y alcanzar sus anheladas nubes...y mecerse en ellas como si fueran colchones de algodón.   De esta forma decidió por un tiempo caminar sobre la tierra para descansar sus frágiles alas, mientras que su admirado halcón continuaba cada día con el mágico ritual.

Estaba un día la señora halcón reposando bajo un gran árbol milenario cuando acertó a pasar por allí un precioso lobo blanco, y viéndola tan encogidita en un rincón se compadeció de ella y se atrevió a saludarla,  ella sintió gran admiración por aquel lobo que se presentaba ante ella con su porte distinguido y con la serenidad y sabiduría que ofrecen los años, pues el lobo ya no era un jovencito, y poco a poco fueron haciendo amistad. 

Cada día se saludaban y paseaban un ratito juntos por los linderos del bosque contemplando las maravillas de la naturaleza y un día la señora halcón le pregunto por qué estaba siempre con esos ojos tan tristes,  qué era lo que le acongojaba y él le respondió así:

"Estimada amiga, desde hace mucho tiempo me siento muy solo. Yo tenía una amiga, la señora zorra, con la cual he compartido muchos y muy bellos momentos de mi vida pero por ser de naturalezas distintas esta amistad fue distanciándose y la señora zorra hace mucho que no viene a visitarme a mi hogar.  Creo que la sombra del olvido ya se ha extendido entre ambos y me siento tan solo que por eso estoy buscando una compañía que alegre mis días."

Con esto pasaron los días, y los días y la amistad entre el señor lobo y la señora halcón fue haciéndose mas profunda y ambos se guardaban un inmenso cariño y respeto.
Y así, cada día, salían a pasear juntos compartiendo trozos de sus vidas y alegrándose mutuamente con todas esas cosas sencillas que la vida puede ofrecer.

Sin embargo, queridos amigos, como vosotros sabréis no es muy normal que un halcón y un lobo sean amigos, y dado lo extraño de esa relación pues las noticias se hicieron eco en el bosque provocando las críticas de todos los animales.

Los rumores se hicieron tan grandes que llegaron a los oídos del señor halcón, el cual descendió de las nubes solo para comprobar si era cierto, y también llegó a los oídos de la señora zorra que llego acompañada desde los confines de la tierra de su gran amiga la señora buho; y bajo la sombra del gran árbol milenario, empezaron a discutir sobre lo sórdido de aquella relación, que no podía ser y además, el señor lobo siempre había sido amigo de la señora zorra y ella había vuelto otra vez y quería ocupar el lugar que le correspondía...

La señora buho permanecía expectante sin decantarse ni por uno ni por otro pero claro, como era muy amiga de la señora zorra decidió apoyarla y olvidarse del señor lobo del cual hacia mucho tiempo también había sido su amiga.

Así que el señor lobo entristecido enormemente por esa situación tan absurda comenzó a aullar desesperado espantando a todos los animales del bosque, solo la señora halcón permaneció a su lado hasta que el señor lobo se hubo calmado...

La zorra tanto tanto se asustó del señor lobo que decidió no volver nunca jamás a
visitarlo y salió huyendo despavorida con su amiga la señora buho.  Solamente el señor halcón, con la majestuosidad que le caracterizaba, descendió su vuelo y se poso bajo la sombra del gran árbol milenario y les dijo así:

 "queridos amigos, no importa como seais ni quien seais, no importa que seais diferentes pues ante los ojos de Dios todos somos iguales, sólamente la belleza se encuentra en la pureza de corazón, en los bellos sentimientos y sobre todo en los ojos del que mira.
Continuad vuestro camino unidos en la amistad sin importaros lo que pensaran el resto de los animales del bosque pues los que vean que en esta unión hay algo malo es porque en ellos anida la ENVIDIA y habrá de pasar un tiempo hasta que todos se acostumbren a veros."


Y dicho esto el gran halcón levantó de nuevo su vuelo desplegando sus hermosas alas adiamantadas al sol y se alejó lentamente hacia la inmensidad de los cielos.

Y así, de esta forma, cada día el señor lobo continuo saliendo a pasear por los linderos del bosque con la señora halcón posada en sus lomos, compartiendo las alegrías y también alguna pequeña tristeza pero estas eran las menos os lo aseguro queridos amigos.....y de vez en cuando, iban a cobijarse bajo la sombra de aquel gran árbol milenario que a pesar de que nunca les había dicho nada siempre les había ofrecido su sombra para que ambos se cobijasen.

La moraleja:

No importa la condición social, ni el color, ni si se es rico o pobre, porque ante los ojos de dios todos somos iguales.
Y que en muchas ocasiones podemos provocar envidia con nuestros actos aunque sean involuntarios, y este es un sentimiento que hay que evitar a toda costa porque es dañino y destructivo, para la persona que la padece y para las personas que son objeto de las envidias.

16/VI/2001

 

Artesanos - Escritores - Escultores - Fotógrafos - Pintores - Misceláneas
Copyright © 2000/2020  cayomecenas.net  - Todos los derechos reservados.