BORRE LAS HUELLAS DE LA ARENA Angelica
Deymonnaz
Borré las huellas de la arena en un intento de olvidar. Pero hay otras
huellas, de otra arena que son imborrables. ¿Qué
son las huellas, sino recuerdos visibles, qué por estar aquí ante mis ojos se
hacen presente? Líneas, marcas, arrugas. Estas huellas que recién acabo de
borrar, quizás ya hayan aparecido en mi cara como una señal. ¿Y cómo
desaparecen las huellas del alma?, ¿qué viento, qué mar es necesario, para
desvanecer aquellas miserables hendiduras, qué a veces llevamos como tatuajes,
o cómo caparazones de tortugas? ¡De qué sirve la memoria si no nos cura!, ¡de
qué nos sirven los recuerdos si no nos hacen más sabios!. ¡Hasta qué abismos
profundos se debe descender para encontrar el camino, y luego rogar que no se
esfume, cómo las huellas de la arena! Un
profundo sollozo sacudió mi cuerpo, mi lamento enredado en el viento se perdió
en la espuma de las olas. Mi pie descalzo volvió a alisar la arena, quería
asegurarme que no quedaran rastros. El monólogo que había gritado contra el
viento, había secado mi garganta. Me senté en la arena sin fuerzas, pero
sintiendo el latir de mi corazón como la vida que ahora realmente me pertenecía. La
casa se asomaba gris sobre el risco. Desde allí siempre me había sentido
observada, parecía un tigre a punto de saltar, o un águila disponiéndose
a atrapar su presa. Ahora esa sensación ya había desaparecido: sólo era una
casa triste y vacía, con olor a humedad salada, como las lágrimas que tanto
había derramado.
Angélica Josefina Deymonnaz nace el 20 de Abril de 1952, en |
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