MALDICIONES EN TRANSITO

Janet Nuñez Marroquin



Sartre, la aventura podría ser

de otra manera:

Otilia sin manos

y la nada

entre sus manos abiertas al vacío

de niña impúber

¿Annette, se llamaba?

Salamandra es

de besos inasidos

a sus pies de barro

- Los de Alberto -

Como sabes

los pies y las manos de Alberto pesan

frente a Annette-Otilia desvalida

a la espera de su cuerpo

atomizado

Ambos sentados, ella así,

inmóvil, impaciente,

bajo un toque de inversos

y sol desvencijado

que cruje sobre el rostro

de Annette y Otilia - Hugo y Alberto

y ese otro que se intuye y averigua

en un fantasma

espectro de mujer distorsionado

mujer deformada en la distancia

barca sin vela

ojos desde lejos y el absurdo

cabeza reducida entre tus dedos

de Alberto

alas de lagarto torre abajo

cabeza diminuta diminuta a tu deseo

¡Oh despiadado reductor de cabezas!

Era tu madre

era tu madre esa

todas eran tu madre aventurada

en tu mar de mujeres escurridas

el océano-corazón

que era tu infancia

esa retorcida estela

casi amarga

cual mujer prostituída a la deriva

casi estéril prostituta de vitrina

encadenada a un mástil invisible

piernas abiertas en la cúpula sagrada

y la aventura, Alberto,

no es reconocerme entre los ojos violadores

de la abundante parcela de los guiris

o desterrarme de las voces del McDonald’s

¿Pero quién te ha dicho a ti

y a tu virgen retomada

que mi aventura no es

ver desplomada mi sonrisa?

Amigo Sartre, ya lo ves,

El juego es más que eso

es también el laberinto sin el hilo

más la trampa en los sentidos

que toda la aventura

de ver brotar a un grupo de tres

- él y ella,

un gato o un perro

o un fantasma -

perdido en el océano

que ondula al arrastrar mi vida

toda mi vida

la vida misma que no alcanzo ver.


 

Artesanos - Escritores - Escultores - Fotógrafos - Pintores - Misceláneas
Copyright © 2000/2020  cayomecenas.net  - Todos los derechos reservados.