VALENCIA DE DON JUAN 

Jesús López Merino




Mi Pueblo. Quizás a otras personas les guste haber nacido en una ciudad grande. Yo me quedo con mi querido pueblo de Coyanza. Como veis ya le he cambiado el nombre sin darme cuenta, pero lo cierto es que su historia es grande y de ahí que hasta tenga el interés de disponer de dos nombres para denominarlo. Ambos interesantes e importantes. 

Coyanza, es la designación noble y antigua por su historia. Se han encontrado vestigios en la Edad del Hierro (800 a 450 a. de Cristo) de Castros habitados por la etnia céltica que penetró en España procedentes de centroeuropa. Su asentamiento fue realizado al amparo del río y buscando el pequeño cerro que la eleva para su defensa. Los Vacceos fueron los siguientes pobladores que a su vez fueron dominados por Roma. El castro coyantino adquiere importancia relativa en la época de Vespasiano tiempo en el que adquirió suma importancia la capital de la zona: Asturica Augusta (Astorga). 

La etapa visigoda queda un poquito oculta, pero sí se conoce que el castro coviacense (Coyanza) ofreció una dura resistencia a Teodorico II, rey de las tropas godas. 

Durante la dominación musulmana, en el s. X y posiblemente en el año 988, sufrió la más estrepitosa derrota a mano de las huestes de Almanzor destruyendo el castillo, la villa y aniquilando a un extenso número de sus habitantes. Por aquellos tiempos era rey de León Bermudo II. 

El rey Alfonso III, El Magno, ya en días de reconquista, recupera Coyanza por el año 883. El rey leonés Alfonso V fue el encargado de reconstruir la villa y hace entrega de ella a su hija la infanta Doña Sancha para su administración. Por el año 1.055 se celebró el famoso Concilio de Coyanza donde asistió toda la nobleza abanderada por Fernando I de Castilla y su esposa Doña Sancha, así como toda la pompa eclesiástica con sus obispos y abades. El objeto de dicho concilio fue “para restaurar la cristiandad”, en palabras del Rey. Dicho concilio tiene equiparación, por su importancia, a los celebrados en Toledo. Aquí fue donde se cambió el rito mozárabe o visigodo por el actual rito romano instaurado por el Papa Gregorio VII. 

La villa vivió múltiples conflictos familiares que finalizaron en disputas, guerras, pactos y todo ello debido a las rivalidades existentes entre los reyes de Castilla y de León. La reconstrucción del castillo data del s. XIV, mientras que su cambio de nombre ocurre en homenaje al infante D. Juan, hijo de Alfonso X El Sabio, al que se le entrega como cabeza de su señorío, hecho que se produjo en el s. XIII.

Podría contaros más cosas de su historia pero no deseo cansaros, pues si lo deseáis en cualquier lugar podéis encontrar retazos de su historia. Unicamente permitidme añadir una bella imagen de la patrona de la ciudad tallada en piedra policromada y su castillo. Y junto con ellas mi más cariñoso recuerdo a una iglesia de las muchas que existieron, ésta sin excesivo valor, pero que cobija junto al nido de cigüeñas muchos de mis recuerdos vividos en casa de mis abuelos, lugar donde nací.


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