SERIE: CUENTO...(S) CONTIGO CUENTO Nº 2 Miguel
Angel Turco
Al mejor estilo del “ El Otro” de Jorge Luis Borges, un día me di
cuenta que mi otro yo, tenía algunos atributos parecidos a mí, el “alter
ego” que Borges presentaba como más joven, su otro yo en tiempo pasado, parecía
estar insatisfecho de lo que luego fue en realidad el paso de su vida, de allí
mi comparación, mi otro yo, me decía y me preguntaba casi en súplicas, qué
había hecho yo con su vida, por qué nada de lo que había soñado pudo ser
realizado y por qué todo lo vivido fue en contra de aquello tan deseado. No se
si llegué a mantener un diálogo con mi otro yo, creo que por vergüenza no
quise contestarle, pero si se que él me hablaba, me recriminaba, me reprochaba
constantemente haber desperdiciado su vida, por momentos, creo que resignado
trataba de alentarme, aunque recurrentemente caía en lugares comunes y frases
hechas, trataba de alentarme, de no dejarme caer aún más bajo, uso voces
ajenas, de personajes foráneos, usó recursos nobles y bajos, me desparramó en
los ojos todo el menú de máximas y pensamientos referentes a la búsqueda
interna, probó con mitos, con dioses, con filosofía, hasta alguna que otra
explicación racional para satisfacer mi espíritu crítico. Por momentos logró
conmocionarme, en otros me devolvió las ganas, en otros me hizo sentir
tremendamente insignificante, pero siempre estuvo allí, no se alejaba a pesar
de mis pedidos, de mi pedido de que me dejara en paz, que me permitiera dormir
tranquilo, porque agotado como quedaba luego de sus sermones, era imposible
relajarse y tener la mente fría para hacer lo que él mismo me recomendaba.
Un día de tantos, me desperté casi sin ganas, no reparé ni en la hora,
ni en el día, ni en lo que tal vez había planeado hacer en esa jornada,
solamente me deje estar, como tantas veces, a mi desidia. Se puso furioso,
me arrebató el sueño a bofetadas, me despabiló a gritos, se enfureció como
nunca y me recriminó, esta vez, sin palabras, me hizo sentir un frío único,
cortante, me hizo temblar las manos, me levanto de la cama con un impulso
poderoso e invisible... -
Está bien que no creas en Dios alguno, pero yo no soy un Dios, soy vos mismo,
me vas a escuchar? - -
Siempre
lo hago, de no hacerlo, estaría de seguro más tranquilo.- -
De
seguro estarías tan tranquilo que no te importaría si yo muero...- -
No
me hagas reir, si sos yo mismo, moriríamos ambos.- -
Pues
a eso me refiero, no te importaría morir con tal de no escucharme.- -
Entonces
que hago vivo? Acaso no estoy aquí, respirando? -
Solo
veo que tus órganos vitales funcionan pero no reconozco vida en ello.- -
Bueno,
si tanto poder tenés porque no me dotas de la fuerza para superarlo? -
De
eso se trata, si no querés recuperarte, no me das la fuerza que necesito para
ayudarte.- -
O
sea, así es muy fácil, yo debo hacer todo el trabajo, vos para qué estás
entonces? -
Para
mostrarte que sos vos el responsable, que nadie puede ayudarte ni siquiera vos
mismo.- -
Eso
fue muy complicado para mí, de qué estamos hablando? Yo debo ayudarme para que
yo mismo me ayude?
Se fue sin generar el trauma con el que había aparecido y me dejó
tendido en la cama, sin ganas, igual que antes, de hacer nada, pero conmovido. Y
si tuviera razón? Y si ahora debiera yo levantarme y no pensar en nada y poner
mis manos y mi alma en acción y sin que se interpongan excusas, levantarme para
ir a buscar lo que he perdido?
Me resonaba en la cabeza una de las tantas frases que mi otro yo había
utilizado, esa de que no se puede echar atrás el reloj, pero siempre se le
puede volver a dar cuerda. No estaba muy convencido, pero hacía falta estarlo?
De todos modos, lo que perdí era muy poco, esa tal vez era la única ventaja de
haber logrado tan poco, no haber perdido tanto, y el dolor tal vez se mitigue y
se aplaque al tratar de conseguir aquello que nunca había logrado, haciendo lo
que nunca había hecho, pero por favor, cómo se hace??? Nadie sabe decirlo,
todos insisten en que eso parte de uno y allí radica el problema, uno tal vez
no sea aquello que necesita ser, necesita ayuda pero la ayuda no es la que pueda
otro brindarle, nadie sabe mejor que uno lo que necesita, y es tan difícil
explicarlo...
Ese mismo día por la noche, luego de que la jornada transcurriera sin
poder hallar la salida, apareció de nuevo, fue más condescendiente, me animó
a que busque perdonarme, me dijo que yo era un ser humano, que no me siguiera
castigando, mi frustración era más que una pena, un motivo, una razón para no
buscar razones y que si así debía aceptarlo, lo haga sin el dolor que produce
no ser como uno hubiese querido ser.
No me convenció, sigo tan desorientado como antes, o más, pero mi otro
yo, está allí y sigue esperando que yo mismo le ayude, que encuentre el camino,
y hoy, al despertarme vi algo parecido a una huella, no se si seguirla, pero
siento que es la huella que mi otro yo, al final de cuentas, me abrió para que
despierte otro día, imaginando que aún hay tiempo, y que aún hay un reloj, a
quien volverle a dar cuerda... |
|