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BASILISCO

Prof. Ricardo Accurso

 

El basilisko es un animal fabuloso surgido de la imaginería antigua y medieval. Es una palabra de origen griego (Basiliskos) derivada de basileus, combinada con un sufijo peyorativo. Se traduce etimológicamente como “reyezuelo o tirano”. Sería de origen pre-helénico, es decir, no indoeuropeo. El término basílica (edificio público entre los romanos; templo cristiano) es de la misma familia.

Esta bestia de un solo ojo puede ocasionar la muerte a un hombre con la mera mirada. No menos letal resulta su fétido aliento. Su piel es de color negra y amarilla. Se creía que moraba en el fondo de un pozo, envenenando su agua.

Su nombre se debe al escritor romano Plinio el Viejo, quien lo representaba con una cresta sobre su cabeza que semejaba una corona. El naturalista Cayo Plinio Segundo escribió una valiosa Historia Natural (37 libros). Falleció durante la famosa erupción del vocal Vesubio (79 d. C.).

Junto con el áspid (serpiente venenosa) y el león era uno de los principales emblemas o atributos de Satanás durante la Edad Media.

De acuerdo a cierta leyenda, el basilisco surgió de un huevo depositado por una gallo y encubado por un sapo. La misma leyenda sostiene que “existen ciertos gallos que al final de su séptimo año de vida ponen un huevo” (Frederik Koning: Diccionario de demonología).

En sentido figurativo, basilisco designa a un hombre furioso, colérico, irritable, frenético o dañino. De allí surge la expresión “estar hecho un basilisco”.

También se usa esta palabra para designar a una “pieza antigua de artillería, de muy crecido calibre y mucha longitud” (Diccionario de la Real Academia Española, 1925).

Dentro del ámbito zoológico, basilisco se emplea para designar a un lagarto americano tropical. En Ecuador, se aplica tal nombre a un “reptil de color verde del tamaño de una iguana pequeña” (Diccionario Enciclopédico Espasa, 1994).

Un emperador del Imperio Romano de Oriente que gobernó entre los años 475 y 476 llevó el nombre de Basilisco. Previamente a su desastroso gobierno (destacado, entre otras cosas, por el nepotismo, es decir, por acomodar a sus parientes en la administración del Estado), se había caracterizado por abandonar a sus tropas en una batalla del norte de Africa. Ante la creciente impopularidad y la traición de sus secuaces terminó siendo derrocado y encerrado (junto a su esposa y sus hijos) en una cisterna de la región de Capadocia (Asia Menor), cercana a Paflagonia.

  

 

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