Nos estamos acostumbrando a hablar
de millones de cosas, millones de pesos, de internautas, de seres humanos,
seres vivos. Incrementamos nuestro vocabulario globalizado en
innumerables palabras. Día a día crecemos.
Para llegar a 1.000.000 siempre
comenzamos por 1, ese uno tan importante que da lugar a cifras incontrolables
en nuestra mente. Todo entra en la nebulosa global de los ceros que
pueblan el pensamiento. Así ante los finitos números que buscan
su horizonte infinito, la conciencia del uno pierde su valor, porque nos
referimos a millones que conforman una gigantesca base de datos, un porcentaje
del todo.
Cuando hablamos de seres
humanos, podemos aceptar los números si nos preservamos de mensajes que van
quedando como naturales, cuando no lo son. En el hombre, ser
indivisible de su espíritu, uno y uno y uno y millones de veces uno, siempre
es uno; valor intrínseco que hoy no sabe que lugar ocupa en el mundo, pero
que en su pequeño corazón, es capaz de albergar universos.