Torrentera de sol, es lo que busco
aspirando a dejar atrás la noche
las iras, los desvelos, el reproche,
lo fútil y lo aciago, el giro brusco
de mi estrella polar, aquella espina
que anteayer era flor y que me araña
la juventud perdida, la cizaña
que avanza como selva en cada esquina.
Barreré podredumbre en los pasillos
de mi cupo de vida y sin rencores
borraré lo inservible de mi mapa.
Del hedor que acumulo en los bolsillos
quisiera desprenderme en los albores
de este nuevo crisol que se destapa.
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Da igual si te presentas de cara o de perfil,
es lo mismo que quieras instalar tu templete
fingiendo ser la estrella de un fausto vodevil,
o llevarme a tu reino uncida con grillete.
Te conozco de sobra y conozco el redil
donde ofreces a incautos la paz tras tu falsete
arrastrándolos zafia dentro de ese cubil
entre tules de engaño y burdo tafilete.
Te detesto, tristeza, conmigo no te valen
ni falacias ni trucos, ni cobijos ramplones,
ni estulticias, ni jácaras, ni gránulos que salen.
A mi pisar de Atila no pondrás aldabones,
ni menguarán mis ojos por mucho que recalen
tus babas en los muros de todos mis bastiones.
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