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RANIER MARIA RILKE

Marco Antonio Stucchi

¿ .... y para qué ser poeta en tiempos de penuria?
(Holdernin)

Holdernin se responde: "Son santos sacerdotes (los poetas) del dios vino, que corren de tierra en tierra en la sagrada noche". La poesía de Rilke es de una profunda soledad, de pendulaciones entre la vida y la muerte, de penurias y de hermetismo. El poeta inicia su obra entre el neorromanticismo y simbolismo, siempre buscó "la poesía pura", su obra está plasmada de misticismo. Influyó en los escritores de los años cincuenta como: Gonzalo Torrente Ballester, Francisco Ayala y Pablo Neruda.

Su infancia solitaria, llena de conflictos emocionales entre la insostenible relación con su madre y la excelente con su padre. Rilke recordaría después que en su infancia le asustaba, con referencia a su padre " quedaba confuso y el corazón se me paralizaba solo con la idea de que alguna vez fuese a desaparecer".

Conocí la obra de este escritor checo, considerado de la lengua alemana cuando leí "Cartas a un joven poeta" en donde le decía que para descubrir la poesía debería conocerse a si mismo: Medité bastante en este mensaje, me pareció que es una de las cosas más complejas por hacer,. Anduve por largo tiempo buscando otras poesías solo encontré "Elegías a Duino" y "Sonetos a Orfeo". Los Sonetos a Orfeo son un canto a la vida y a la muerte escritos en un tiempo muy corto por la impresión que recibió al conocer el caso de Vera. Orfeo personaje mitológico, capaz de metamorfosearse. Estos sonetos han tocado mi fibra más sensible ante las vivencias que la vida me coloca, el ser amado con una enfermedad severa. Fueron un homenaje a Vera Knoop, mujer preparada para la danza, impedida por una enfermedad. Cuando no pudo danzar se dedicó a la música, luego al dibujo y a actividades más discretas según las limitaciones del mal, finalmente fatal.

Rilke era un viajero permanente, en su vida adulta no fijó residencia. En la Bohemia visitó el Castillo de Duino, invierno 1911/1912 e inició su obra "Elegías a Duino". Al principio es una poesía difícil, la velada claridad se despeja después de releer y meditar. Son versos entre la vida y la muerte mezclan recuerdos personales del poeta. Presentan a la muerte como transformación de la vida en una realidad interior que junto con la vida forman un todo.

Rilke, luego de su permanencia en Duino siguió viajando, las últimas elegías las escribió en Muzot, Suiza.

Durante la primavera de 1978 visité Ronda, me agradó el clima cordillerano, su antigüedad como ciudad desde la época romano, separada por el río Guadalevín, el acantilado atravesado por un puente de piedra que separa la ciudad vieja de la nueva "El mercado" y con la plaza de toros más antigua del mundo la de "La Ronda". Desconocía lo que guardaba esta pequeña ciudad a la que llegó Rilke en invierno de 1912/1913 buscando el clima adecuado para su frágil salud, en donde buscaba solucionar la crisis que "el vivir era falto de sentido para poder vencer, de esa manera su desolación" y seguir trabajando el "Elegías a Duino". Se hospedó en el hotel reina Victoria desde el 10 de diciembre 1912 al 24 de febrero de 1913 allí escribió las elegías 6ª y 7ª.

El hotel Reina Victoria, actualmente es propiedad de la caja de Ronda, para conmemorar en 1966, el cuarenta aniversario de la muerte del poeta, la habitación 208 en donde se hospedó Rilke es ahora un museo. Recinto bien cuidado, con muebles de época, fotografías y libros de Rilke publicados esos años, el balcón anclado en el acantilado sobre el río desde donde Rilke leía la quebrada y los cerros. Cuando ingresé a la habitación el ruido en el piso de madera parecía romper la concentración del poeta ausente. En la terraza del hotel una estatua vaciada en bronce, de pie con un libro en la izquierda mirando la montaña hacia Gibraltar. La calle donde está ubicado el hotel tiene en la esquina una placa de cerámica "La calle del poeta". Luego de ventiocho años y leyendo "Elegías a Duino" recuerdo vivamente mi visita a Ronda.

La vida y obra de los poetas no siempre ha sido de reconocimiento y éxito. Saliendo de Rainer María Rilke, relaciono la experiencia en Barranco-Lima con el poeta Martín Adán que está a la altura de José Santos Chocano y César Vallejo. Vivió en Barranco, en su obra "Casa de Cartón" menciona la ciudad sembrada de crotos y como cuna de poetas. En su época la Asociación Pro Desarrollo de Barranco bajo la presidencia de Rosa Copello, gestionó ante el municipio y las autoridades para que resguardaran la casa donde vivió Martín Adán. Gestiones y tiempo perdido, frente al interés comercial de la alcaldía. La casa de estilo republicano, ubicada en el Pasaje Pasos carece de placa recordatoria, hoy está remodelada convertida en una "emborrachaduría". Son actos resultantes de la cultura, tradición e identificación de un pueblo con su gente y sus valores. Sin embargo, los setena y seis días de Rilke en el hotel Reina Victoria bastaron para perennizar su presencia ¡Cuánto debemos aprender!

Rilke vivió de modo silencioso, buscaba el silencio y la soledad por donde iba. Se apartaba de todo ruido, hasta de la fama. Gustaba de pasar desapercibido. Mas arde rechazó el mundo literario profesional.

Entre 1905/1906 en París trabajó como secretario de Auguste Rodin; él, vio lo etéreo la espiritualidad de Rilke. Le enseñó a contemplar el arte como una actividad religiosa y a hacer sus versos consistentes y completos como la escultura.

Rilke siguió su vida errante hasta que en 1920 compró el castillo de Muzot, donde finalizó "Elegías a Duino". Por esa época conoció a Paul Valery y tradujo del francés los diálogos en prosa. También se sorprendió por la cantidad de poesías hasta entonces desconocidas de Holdernin. Las poesías eran fragmentos de belleza y de fracturas. Para estos grandes poetas el infinito está expresado en verso, pero el hombre como vive no los necesita. Me pregunto con frecuencia ¿Para qué sirve todo esto?

Los últimos años los pasó entre Muzot y París. Estando en Muzot, cuando cortaba rosas para Lou Andreas Salomè se cortó un dedo. El desenlace rápido, falleció, un mes después con leucemia a los 50 años, el 29 de diciembre de 1926. Murió en el misterio de sangre, según la tercera elegía.

No elevéis ninguna estela. Solo dejad la rosa
Que cada año florezca para su gloria,
Pues es Orfeo cuando canta. Ved su metamorfosis
En esto o aquello. No nos afanemos.

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Está ya lejos donde no podéis acompañarlo.
La reja de la lira no constriñe sus manos.
Y él obedece cuando penetra en el más allá.

(Sonatas a Orfeo)


San Isidro, 22 de febrero de 2006

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