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MARIETTA ROBUSTI – “LA TINTORETTA” 
-vestía de muchacho para ir a todas partes-

Luisa Elena Betancourt(*)



Marietta (1530-1560) fue la hija talentosa y consentida del famoso pintor veneciano Jacopo Robusti “Tintoretto”. Padre he hija eran inseparables. Jacopo le enseñó desde temprana edad todo lo que debía saber sobre pintura. Cuando pequeña la vestía de varón para que pudiera ir con él a todas partes y aprendiera a su lado. Marieta observó y practicó la técnica de su padre hasta que era imposible distinguir su pintura de la de él. 

Los retratos que pintaba Marietta eran tan apreciados que se puso de moda entre la aristocracia sentarse frente a “La Tintoretta” (como la llamaban) para ser pintado. El parecido que logró de Jacopo Strada, el anticuario del Emperador Maximiliano, impresionó tanto al Emperador que la invitó a ser pintora de la corte de Felipe II de España y del Archiduque Ferdinand. Pero su padre le rogó que no se fuera, y Marietta rechazó las ofertas negándose a dejar la casa. Se casó con el joyero Jacopo d´ Augusta, quien estaba dispuesto a vivir en la casa del viejo Tintoretto para que Marietta no se fuera. A los cuatro años de matrimonio, mientras daba a luz su primer hijo, Marietta murió en el parto. Se dice que el viejo Tintoretto nunca se recuperó de la pérdida de su hija, aunque tenía otros seis hijos más. Fue enterrada en la modesta iglesia gótica de la parroquia familiar Santa María dell Orto.

Aunque Marietta trabajó en el taller de su padre por quince años y pintó numerosos encargos,  desafortunadamente sus pinturas no han sobrevivido, o lo que es peor, se han confundido con las pinturas de su padre.   No fue sino hasta 1920 que la  “M”  de Marietta fue descubierta en el famoso cuadro Retrato de un viejo con niño atribuido por muchos años a Tintoretto.   
Tanto en vida como después de muerta,
 ha sido difícil desenredar a Marietta de su padre.

La historiadora e investigadora de arte Lucy Lippard comenta que “al poco tiempo después de su muerte, el trabajo de Marieta pasó al olvido, hasta que los académicos de 1920 hicieron el hallazgo y definitivamente le atribuyeron ese sólo cuadro. Es precisamente por esto que las mujeres artistas de hoy día deben pensar seriamente en la “posteridad”. Muchas ya están haciendo arreglos para dejar sus trabajos en museos que garanticen su existencia. Por siglos los trabajos de las mujeres artistas han estado desapareciendo, a veces bajo el nombre de los artistas más conocidos. Incluso, ya es posible observar parte del bloque más reciente de arte feminista (que comienza en 1969-70) siendo escondido, olvidado y reescrito, por personas que no estuvieron ahí presentes.”



Directora/fundadora del Centro Multidisciplinario de Arte Contemporáneo (CEMAC). 
Obtuvo el título de Master of Fine Arts bajo el programa Beca Fulbright. 
Es artista multidisciplinaria e investigadora de arte 

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