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MUSAS CON SENOS DE SILICON
 
Carlos Yusti


Ya no hay poetas malditos. Ni noctívagos bohemios gritando su agonía en algún bar de mala muerte. Ahora sólo tenemos bardos de cargo en la burocracia cultural y Frankesteins, confeccionados en talleres poéticos, escribiendo el poema de la lavadora y otras naderías dispuestas en columnas. 

También hay mucho poeta venial, mucho poeta municipal y de Casa de Cultura. A esta tropa se anexan huestes de lesbianas, feministas y lagartonas con veleidades por la rima en cursi y la musicalidad del lugar común. Ahora unos mujerones, especie de mises atléticas, con encumbrados bellos senos de silicón, quieren escribir poesía. Uno, como machista decadente, quisiera instalarlas en el renglón de musas urbanas, pero las chicas levantiscas e indisciplinadas se lanzan a la creación poética como tratando de salvarse un poco como nuestras abuelas que se lanzaban al matrimonio.

Las poetas emblemáticas de nuestro país son sin lugar a equívocos Enriqueta Arvelo Larriva y María Calcaño. Mujeres y poetas que trazaron la ruta del poema bien escrito con ese aroma penetrante de la inteligencia y el sexo. 

La poesía de Enriqueta Arvelo es actual en muchos aspectos e incluso parece escrita esta mañana. Su estilo sobrio perfiló una poética sin artificialidad ninguna. Sus anhelos y deseos femeninos están en su poesía como un paisaje que surge de la observación sencilla, de la vivencia directa de ese mundo que le rodea. Hay una sonoridad vital en su poesía, existe un riguroso e intuitivo trabajo con las palabras convertidas en emociones diáfanas. 

TODA LA MAÑANA HA HABLADO EL VIENTO 

Toda la mañana ha hablado el viento 
una lengua extraordinaria. 
He ido hoy en el viento. 
Estremecí los árboles. 
Hice pliegues en el río. 
Alboroté la arena. 

Entré por las más finas rendijas. 
Y soné largamente en los alambres. 
Antes -¿recuerdas?- 
pasaba pálida por la orilla del viento. Y aplaudías. 

María Calcaño por su parte tomó por asalto lo erótico con alto vuelo y no es gratuito lo escrito por Cosimo Mandrillo: “sus poemas eróticos están, por ejemplo, llenos de expresiones que, por su carácter evidente, habrán contribuido en buena medida a que su primer libro fuera catalogado de inmoral. Es que el nivel de connotación utilizado por María Calcaño es absolutamente elemental e ingenuo. Su poesía, al menos aquellos poemas en los cuales se evade el plano denotativo, pueden ser descifrados por un niño. Lo extraordinario es que esta cualidad la dota, la más de las veces, de una fuerza y una capacidad de choque pocas veces vista y, por supuesto, mantiene a la perfección el nivel poético del texto”. 

Su poema grito indomable es como su manifiesto y habla de ese metal dulce de su verso, de la miel feroz con la que estaba hecha esta marabina que se atrevió desnudar su sexualidad a través de la palabra: 

Cómo van a verme buena 
si me truena 
la vida en las venas. 
¡Si toda canción 
Se me enreda como una llamarada!, 
y vengo sin Dios 
y sin miedo 
¡Si tengo sangre insubordinada 
y no puedo mostrarme 
dócil como una criada, 
mientras tenga 
un recuerdo de horizontes, 
un retazo de cielo 
y una cresta de monte 

Ni tú ni el cielo 
Ni nada 
Podrá con mi grito indomable. 

Poetas contemporáneas de gran factura son Teresa Coraspe, Lyda Franco Farías (ya fallecida) y Ana Enriqueta Terán. Mujeres cuyo trabajo poético no ha sido valorado en su justa dimensión, pero que son la estación indispensable para todo quien se inicie como escritor de poesía sea hombre o mujer.

A la poeta con senos de silicón la encontré una noche de presentación de libros y tragos. Era bella, tenía un cuerpo de amazona galopante y había escrito algunos libros. Su cuerpo de guitarra le dio música a aquella velada de escritores fastidiosos y señoras obesas de la Asociación Cultural “Salvemos al Chigüire”. Yo estaba boquiabierto ante aquel par de poemas artificiales que me gritaban desde la jaula mínima de un escote. No estuve coherente/decente ni un momento. Luego he meditado en profundidad sobre poesía y senos (no siempre en ese orden) y he llegado a la conclusión que las musas también tiene derecho a escribir, a ser autoras a pesar de la cirugía y el silicón. También pude concluir que hay como una moda entre las mujeres (unas jóvenes y otras no tanto) con eso de esponjarse los senos, los labios y los glúteos. Hay una competencia a muerte por alcanzar un status de belleza, existe una despiadada competencia por ser el centro de atención masculino. Unas optan por mejorar en la casa. Otras por escribir poesía y algunas por ambas cosas.

Hoy aquella proclama utópica de Lautremont: “La poesía debe ser hecha por todos”, se hace soluble en este tiempo amorfo y antipoético. Los pechos como la poesía va cayendo lo que les pete. Al final la poesía cuelga como un sueño ajado y derrotado en los tejados de la noche. 

Sin duda que la musa/poeta de senos erectos y de silicón no ha escrito un poema de largo aliento, porque quizá su verdadero poema es su cuerpo, pero que importa la poesía ya que esta no sólo tiene que ser escrita por todos, sino vociferada a los cuatro vientos para que hombres y mujeres puedan ver el mundo desde una óptica menos sanguinaria. A las musas con senos falsos este fragmento de un poema de María Calcaño les viene exacto: 

¡Me siento bella como ninguna! 
con un aliento de primavera 
sobre los labios, 
sobre los senos 
mal escondidos 
bajo la túnica. 

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