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COMO LA VIDA I

Harmonie Botella

 


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Unos días como cualquieres otros.

Hoy, llegas contento y feliz. Es domingo. Tu mujer habrá preparado una comida exquisita, un postre de película y habrá puesto la cubertería de plata.
Has pasado la mañana con tus amigos, riendo y tapeando. Una cerveza tras otra cerveza. Uno vinito tras otro vinito dan más alegría a la vida. Esperas que tu mujer no se haya pasado la mañana elaborando guisos y guisos porque realmente no tienes hambre. Los calamares a la romana y el pulpo a la gallega que te has tomado hace un ratito te han cortado el apetito.
A ella no le extrañara. Comes poco.
Abres la puerta de casa y ahí está. Es día festivo, la hora de comer y allí está ella con el chándal puesto intentando arreglar la lámpara del salón porque vienen vuestros amigos a tomar café y no tiene ganas que vean lo abandonada que está la casa.
Que manía con la casa. Además de trabajar fuera, en un despacho, Maria limpia, lleva, ordena la casa. Le gusta que esté todo ordenado. Un punto a su favor. Se ha dejado sus clases de inglés ya que con tanto trabajo no le da tiempo a descansar ni un minuto. Lo de las clases de inglés es una pena. Sacándose el título superior, que le faltaba poco , subiría de categoría, ganaría unas seis o siete mil pesetas más y podrías comprarte a plazo este televisor, pantalla plana que te gusta tanto.
No entiendes como tu mujer se ha dejado las clases. Al fin y al cabo el trabajo de la casa, lo puede hacer una vez que los peques estén acostados.
No sabe organizarse, porque cuando los niños están acostados se pone a arreglar los grifos que no funcionan, las bombillas fundidas. Como si todo esto fuera importante.
No comprendes porque tu mujer ha perdido su atractivo. Cuando erais novios, llevaba pantalones ajustados, mini-faldas, el pelo siempre lisito y un maquillaje de portada de revista del corazón. 
Ahora, muchas veces cuando llegas de tus vinitos, lleva los rulos puestos y se depila las piernas a toda pastilla: tiene que llevar a los niños a una fiesta y no tiene tiempo de pasar tres horas en la pelu. La verdad es que si se cortase el pelo a lo chico, y llevase siempre vaquero no tendría estos problemas.
Por regla general se acuesta a las once y media porque está “reventa”. No quiere quedarse contigo para ver la tele. Así que cuando te metes en la cama... y te gustaría algún cariñito la muy zorra se hace la dormida. Pero tu ya sabes que no es verdad, porque la oyes llorar. Dice que está deprimida.
A buena hora inventaron la depresión. Tu mujer no puede estar deprimida... No tiene tiempo. No tiene tiempo ni para pensar lo que se va a poner el día siguiente para ir a trabajar, ni para ir al médico cuando le da guerra la úlcera.
No tiene motivos para deprimirse. Tenéis todos los electrodomésticos posibles, los niños han dejado ya de llorar por las noches y cuando algún familiar puede quedarse con los chavales le da hasta un momentito para acudir a su asociación de mujeres para ...¿para qué?
Esperemos que esto no sea una secta ni algo por el estilo. Bueno si le enseñan a coser ya no habrá que pagar a la señora que viene cada quince días a arreglar la ropa.
A las mujeres, no hay quien las entienda. Se quieren casar, trabajar, tener hijos y después se quejan. Si no están contentas que no se casen. A ver lo que harán por las noches en la cama ellas solas.
Aunque dicen por ahí que las mujeres se las pueden ventilar muy bien sin nosotros.
Pero vamos a ver. Si viven solas y hacen lo que quieren, gastan su dinerito sólo para ella, ¿ quién se ocupará de los niños, de la comida, de la casa, del perro, de la economía familiar, de trabajar fuera ... y además de darnos alegría por las noches?
Si coges a una mujer de la limpieza para todo esto te resultara muy caro y para postre no está muy claro que tengas derecho a roce. Una profesional de la vida alegre, tampoco es plan. Te puede transmitir una enfermedad, lo hace muy rápido y además cuesta un ojo de la cara si te buscas a una que no esté muy mal ni muy mayor.
Que complicada que es la vida. Más vale que te quedes con María, es más rentable, limpia y segura.
Si no fuera por sus “depres” todo estaría muy bien. Pero ya se sabe que la mujer es un ser incompleto, con menos fuerza e inteligencia que un hombre.
Así que a vivir con lo que se tiene.

Estas cansada de esta vida. 
Te levantas a las seis. Te duchas, limpias un poco la casa. Preparas los desayunos y bocadillos de tus hijos, mirando constantemente el reloj. Tienes que despertar a tu marido y después a las siete, antes de irte, a los niños. Todas las mañanas te peleas con ellos: no se quieren levantar, se les ha olvidado que firmes alguna notita para el colegio o tienes que buscar enseguida una caja de zapatos vacía que necesitan para trabajos manuales.
Sales corriendo para no perder el metro. Como no te has mirado en el espejo antes de salir, por la calle vas verificando tu atuendo, si tus zapatos están limpios, si tu pantalón, no está arrugado y de repente te das cuenta que te has puesto los calcetines de tu marido, esos negros que tienen un agujerito justo arriba y que no tienes ganas de coser. No te da tiempo a volver a casa. Esperemos que nadie se de cuenta.
Una vez mas has perdido el metro de las siete y treinta y cinco. Te toca esperar diez minutos. Bueno eres aún un poco positiva: diez minutos de descanso sin marido ,hijos, jefe ni perro. Cierras los ojos para soñar un ratito...pero no puedes, sabes que en tu mesa del despacho te dejaste un informe incompleto que tiene que salir a las once. Tratas durante estos diez minutos de tranquilidad de solucionar las dudas que tenías el viernes, antes de este final de semana agotador. No podías cerrar el informe porque te preocupaba más la merienda que prepararías al día siguiente para los amigos que tu marido había invitado para celebrar tu cumpleaños. La verdad es que hubieras preferido ir al cine o al teatro. Esto nunca es posible, no tienes tiempo, o hay un partido de fútbol o no sabes donde localizar a tu marido.
No sabes ya porque te casaste... Si es verdad, estabas enamorada, querías compartir tu vida con él, tener cuatro o cinco hijos. Con uno de muestra ya tenías bastante. Nunca te hubieras imaginado el agobio que es tener a tu cargo dos niños pequeños y otro más grande : tu marido.
Un marido es peor que un hijo. No te atiende, no te hace caso, no te ayuda y no puedes reñirle como a uno de tus vástagos. Claro como vas a reñirle: no es tu hijo, aunque él te considere algunas veces como su madre. Todo lo relativo a la casa depende de ti. Aún no sabe en que cajón están sus calzoncillos.
Pasa de todo lo que está relacionado con la parte práctica de la vida. De repente ya no sabe ni preparar una tortilla para la cena de los niños, cuando tu llegas tarde. Es mucho mas fácil llevarles al bar de la esquina y que les preparen un bocadillo. Mientras tanto , él puede tomarse dos o tres cervezas, un chato de vino y probar la última botella de orujo que ha traído, Amador, el dueño del bar.
Vuelven demasiado tarde a casa y no sabes nunca donde están. Cuando llegan, ellos muertos de sueño, y él feliz de la vida, te explica que los ha llevado al bar, para ahorrarte el fregar los platos.
No tienes que fregar los platos pero, si, el suelo, ya que nadie ha sacado el perro.
Los niños se acuestan sin ducharse y sin haber preparado la cartera para el día siguiente. Regañas a tus hijos, pero ya no te oyen. Duermen...
..Abres los ojos. El metro está a punto de llegar. Te levantas. Coges tu bolso, tu cartera, y la dichosa bolsa con el chándal que compraste el viernes pasado y tienes que cambiar porque es demasiado estrecho para el peque.
No entiendes lo que ocurre. Alguien te ha pegado un empujón y estás medio atontada sin el bolso que acaban de robarte.
Te ayuda Angel ,un vecino de tu urbanización. Te acompaña hasta comisaría para que pongas una denuncia. Te invita a tomar un café antes de volver a la estación y te coge de la mano para ayudarte a entrar en el compartimiento. Te estremeces. Hace ya muchos años que nadie te coge de la mano. El contacto de esta mano sobre la tuya es inquietante. Has notado algo. Algo diferente.
Te sientas y miras el reloj. Hoy llegarás con dos horas de atraso, sin bolso, sin llaves, sin dinero. Menos mal que no te han robado la cartera donde tienes el esquema del final del informe.
Vuelves a cerrar los ojos durante el trayecto hasta la oficina. Si tu marido te cogiese de la mano, te sonriera y te mirara como lo hizo Angel esta mañana, se lo perdonarías todo. Olvidarías sus olvidos, olvidarías que sólo eres la cocinera, la mujer de la limpieza, la niñera del apartamento número nueve de la urbanización de lujo Los Cisnes.
Olvidarías que pasas muy poco tiempo con él. Olvidarías que él prefiere la compañía de sus amigos, de los vecinos de quién sea, con tal de encontrar otra cosa menos aburrida que el hogar, de demostrar que él es un hombre libre, sin atadura, que vive la vida a su aire y no tiene que rendir parte a nadie de lo que hizo durante estas horas muertas del día. Se enorgullece de que no le caerá la casa encima. A lo mejor le caerá otra cosa y no sabrá cual es..
Olvidarías que tus hijos se pasan los sábados y domingos preguntando por su padre y que lloran por que les hubiera apetecido ir al zoológico con él, en vez de darle a la pelota toda la tarde por los pasillos de la casa.
Te preguntas lo que busca este extraño con quién te casaste. ¿ Que busca fuera? ¿ Que quiere demostrar?
Querrá rellenar su vacío. Este vacío que ha forjado él-mismo desde joven, y que ha ido ensanchándose cada vez mas, por miedo. Miedo a que lo descubran. Miedo a que todos se den cuenta de su soledad, de su angustia, de sus miedos.
Unas lágrimas caen sobre tus mejillas. No quieres pensar tanto. Te gustaría no analizar vuestra vida. Tu sicóloga ya te lo dijo. Tienes dos soluciones: le abandonas o le aguantas. No quieres abandonarle ni aguantarle...
..Te faltan unos minutos para llegar a tu estación. Te pintas los labios ,recoges unas mechas locas que se pasean por tu frente y abandonas el único lugar donde puedes descansar y pensar.
Menos mal que tus compañeros de trabajo son simpáticos. Sus bromas te hacen olvidar tus penas, las sombras grises que oscurecen tu vida.
Ellos parecen felices. Hablan de sus parejas, hablan de lo que hacen juntos, hablan de su futuro.
Tu ya no tienes futuro.


Son las seis de la tarde. Si María no llega más pronto de la compra, tendrás que dejar a los niños solos para ir a dar una vuelta con tus amigos. Esta mujer se olvida de todo. Sabe muy bien que sales todos los días a estas horas para relajarte y olvidar tus problemas laborales, para olvidar que tienes que trabajar ocho horas diarias para pagar las letras, la comida, para olvidar que el matrimonio no es lo que tu pensabas, para olvidar que creías que tu vida de casado sería semejante a la de soltero con la única diferencia que Maria estaría a tu lado, siempre tan guapa, tan sonriente.
Maria ha cambiado. No es la misma. Ya no se ríe como antes. Tiene una mirada de reproche que te ofende. No dice nada. Solo mira y suspira.
Miradas y suspiros. No sabes lo que quiere.
Antes por lo menos, protestaba, gritaba... sin ningún resultado... y sabias que tenías una esposa a tu lado.
¿Por qué ha dejado de protestar y de gritar?
Una mujer sin voz es como un fantasma... un fantasma errante...un fantasma en pena... en pena ¿ de qué ? 
No quiere tener más hijos. Con los dos que tiene, dice que ya le sobra. A ti te hubiera gustado que naciera una nena para alegrar vuestro hogar... una nena rubia como ella, pero simpática como tú, una nena que te hubiera cuidado al llegar la vejez.
Pero Maria se ha vuelto inhumana. Decidió acabar con su tercer embarazo antes que alguien sospechara de lo que fuera. Se lo prohibiste. Pero te dio a elegir : si no abortaba, se suicidaba . y es una mujer tan rara que tuviste que ceder.
Si no se hubiera hecho esta ligadura de trompas hace poco, aún podrías soñar con esta nenita rubia, guapa y simpática...

Abres la puerta de casa. No hay nadie. Pepe se ha marchado con los niños y el perro.¡ Que suerte! Tienes dos horas para ti sola antes de que vuelvan. Tenías pensado hacer una cena especial. No pasa nada. Guardas la compra en la nevera. La cena especial la harás mañana.
Tu vida está hecha de” mañanas” que no existen. El mañana y el ayer son idénticos.
Tu vida es igual a un reloj. Los segundos, los minutos, las horas pasan sin que el tiempo avance.No sabes quien eres, ni lo que fuiste, ni lo que serás.
Las lágrimas van derramándose como un río sin rumbo en tu garganta, tu cuerpo y tus ojos siguen secos, secos como tus sentimientos, tu sufrimiento.

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