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LOLA MORA Y LAS NEREIDAS

Ana María Nemi G.

 

Lola Mora, la primera escultora argentina nace en Tucumán, el 17 de noviembre de 1866.  

En 1887 comienza sus estudios con Santiago Farlucci que se convierte en su maestro y su guía espiritual.

Sus obras, pueden encontrarse dispersas por la Argentina, en Buenos Aires, Jujuy, Tucumán y Santa Fe. Su obra más conocida es "La Fuente de las Nereidas" construida en mármol de Carrara y granito rosado entre 1900 y 1910, ubicada en la Costanera Sur, frente al Río de la Plata. La escultura, conocida por los locales como "La Fuente de Lola Mora" hubo de ser trasladada de varios lugares por controversias que fueron comunes a lo largo de la vida artística de la escultora. 

Lola Mora, es una figura emblemática en la historia de las artes plásticas de Argentina. Su obra escultórica estuvo envuelta en el escándalo y la censura. Su gran talento la llevó a Buenos Aires y más tarde a Roma, Italia, donde realizó muchas de sus obras, donde había sido becada por el gobierno argentino.

 Fue alumna del pintor Marchetti, quién seguramente al ver su interés en el trabajo, le aconseja modelar, para lo cual ingresa al taller del escultor Giulio Monteverde .

La calidad de sus obras le dio fama en toda Europa. Al presentarse a un concurso para un grupo escultórico en homenaje a la reina Victoria de Inglaterra, que habría de emplazarse en Australia, su proyecto se impuso con toda claridad, pero cuando llegó el momento de iniciar la construcción, se le exigió abandonar la ciudadanía argentina y adoptar la australiana, ya que se trataba de un homenaje del pueblo de Australia a su soberana. Lola no lo aceptó, y prefirió resignar el premio y la realización de la obra.

Hacia 1897 ya era figura en Europa donde se relacionó con personalidades de la nobleza y el arte. Cosechó amigos por su carácter franco y decidido, ingresó a los círculos intelectuales de Italia, Francia, España y Alemania, contándose entre sus mejores amigos al poeta D' Anunzzio. Durante estos primeros años en Europa realizó estudios para lo que sería luego la fuente de las Nereidas conocida al comienzo como "el triunfo del mar ". En 1900 cuando regresó al país trajo consigo los bocetos de la fuente.

Regresó a Italia y comenzó a trabajar en las figuras de la fuente y su taller romano se convirtió de pronto en lugar de reunión de artistas y nobles, conquistados por esta notable mujer de espíritu resuelto y apasionado.

En 1903 regresó con los elementos escultóricos listos para su emplazamiento. Las dificultades que se le presentaron para la inauguración de la obra, marcaron el comienzo de los años crueles para la artista. Críticos y moralistas empiezan a lanzar sus críticas.

Mujer y escultura son términos que en este tiempo no podían marchar juntos y, aún en Buenos Aires, la gran capital, no se tolera su modo de vivir, reproche de menor importancia, porque las críticas harían también centro en la espléndida fuente. Lola fue una mujer de naturaleza afín con el renacimiento italiano por su espíritu libre y renovador. Se encontró viviendo en un país, que pese a ser en aquel entonces uno de los más progresistas del mundo y su capital una de las grandes capitales de la cultura estaba imbuido por una moral victoriana.

Las plazas de Buenos Aires se engalanan con sus esculturas, pero ya gozaba de poca estima en el ámbito provinciano y tuvo que enfrentar los prejuicios de la sociedad de fines de siglo pasado e inicios del actual.

En 1903, Lola Mora terminó su Fuente de las Nereidas, inaugurada en medio de gran polémica porque grupo escultórico representa el mítico nacimiento de Venus surgiendo de una gran valva marina. La componen varias mujeres desnudas que parecen danzar en torno a un eje central... Surgieron denuncias de parte de la población escandalizada que rechazaba la colocación de la fuente en la Plaza de Mayo, la plaza más importante de la capital federal argentina, situada frente a la casa de Gobierno y el Cabildo. 
Como también hubiera quedado vecina a la Catedral, voces moralistas llevaron a los políticos conservadores no sólo a vetar nuevos encargos a la artista, sino también que la fuente fuere relegada a la costanera sur capitalina, que en aquellos años era un lugar balneario muy concurrido, donde los cuerpos expuestos escapaban a la mojigatería imperante. Por añadidura el pequeño escándalo desatado motivó además que se retirasen también las esculturas que realizaba para el Congreso de Buenos Aires.

Hoy en día, lamentablemente, el conjunto escultórico ha debido ser preservado de los acasionales depredadores que dañaban las figuras, mediante una verdadera jaula de cristal que, si bien permite contemplarla, la priva de su natural proyección y acoplamiento con el entorno circundante.

En efecto, en 1906 había regresado a Europa y comenzado a trabajar en cuatro figuras que debían ser emplazadas en el citado Congreso Nacional: "La Paz", "La Libertad", "La Justicia" y "El Trabajo".

Las mareas políticas en la Argentina de aquel entonces, impidieron que las obras se colocasen, siendo guardadas por un largo tiempo, hasta que el gobierno nacional las obsequió a la provincia de Jujuy, donde están actualmente emplazadas en los jardines de la casa de gobierno local. Lola Mora puede ser confrontada de igual a igual con mejores los artistas de su época en cuanto a valores profesionales, pero al mismo tiempo es necesario computar a su favor la lucha sin cuartel que debió librar contra los prejuicios que la descalificaban por el sólo hecho de ser mujer, y por haberse brindado a una vocación aparentemente destinada a los hombres.

Lola Mora ganó mucho dinero, pero todo lo perdió cuando regresó al país intentando diversas empresas, entre ellas una minera. Después de su última aventura empresaria, y completamente empobrecida, se trasladó a la ciudad de Salta donde perdió la razón y enfermó para morir pobre y olvidada por sus propios compatriotas a los sesenta y nueve años, el 7 de junio de 1936 en Buenos Aires. Sus restos deambularon mucho tiempo para terminar en una urna en algún lugar del cementerio de la Chacarita.

En noviembre de 1997, ante el pedido de reconocimiento a nivel nacional ante el Congreso de la Nación, el alto cuerpo dispuso la institución del 17 de noviembre, día del nacimiento de Lola Mora, como "Día Nacional del Escultor".

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