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EL RESPETO IRRESPETABLE

José Repiso Moyano


Como analicé en un ensayo anterior, el respeto es el valor "más horrible" que habita en el cerebro del ser humano. Jamás debió existir, y sí en su lugar la moderación siempre en el castigo psicológico y la renuncia al castigo físico: ofrecidos ésos por la comprensión del derecho a la vida en circunstancias que en cada uno no le favorecen por igual. Así, todas las crueldades se han sustentado en el respeto: El respeto al Islam, el respeto al cristianismo, el respeto a la monarquía, el respeto a las costumbres, el respeto a la "sangre azul", el respeto a los méritos de guerra, etc., sólo significaron en el fondo una sumisión al privilegio de algún poder y, además, el justificarle toda la injusticia que provocaba.

Es lo primero que se le ocurre a cualquiera, lo fácil, el arma más infalible para inmovilizar los sentimientos y las reivindicaciones del otro. La norma y el atavismo eran infranqueables porque, cuando se intentaban trastocar o cambiar, entonces salía oportunamente el brujo, el "imán", el mesiánico, el inquisidor, el obispo, el autócrata, el censor, el dictador ideológico, el burócrata que seguía órdenes, etc., para hablar de sedición o de impiedad o de "corrupción".Según eso, el respeto se ha transferido como un trasunto, como una manía, como una repetición automática de lo inviolable al igual que un animal salvaje ya recibe el instinto de marcar las lindes de su territorio, ésas que nunca se han de sobrepasar por nadie.

No obstante, aparte, instalado en el conjunto de los valores éticos -en ese contexto- adquiere una digna justificación, pero sólo ahí; lo que implica que alguien ha comprendido su valor como resultado, como fruto, no como impulso, no como sentimiento aislado equivocadamente tendencioso. En tal sentido, respetar es una humilde sabiduría sobre lo que no se puede justificar en uno mismo ni en los demás; respetar es el no-consentimiento, el no-aprobar con las acciones precisas -no con la pasividad- lo que pueda ser, con manipulación o sin ella, aceptado contra la razón o contra un valor justo. Luego no se deducirá nunca del truco de ciertos sofismos o seudo-silogismos: "Si la Revolución Cubana respeta la equidad; con eso, respeto todo lo que haga la Revolución Cubana", "Si EE.UU. es una democracia y la democracia es el mejor sistema político de los posibles, en consecuencia EE.UU. no puede equivocarse" o "Si las armas de los terroristas sólo son las que causan terror, pues, jamás nuestras armas causarán terror".

Bien, ese respeto así asumido con coherencia será siempre un útil ejercicio de la libertad, pero habrá de "herir la sensibilidad" por obligado de aquéllos que imponen la sinrazón o la injusticia si quiere no engañarse a sí mismo; puesto que su capacidad no puede estar enceguecida ante lo indignante o ante lo peyorativo; aún más, su capacidad no puede impedir una protesta o una crítica para dejar en claro qué es lo despreciable en cada caso.Tened en cuenta que tan sólo la razón, eso que es propio del ser humano o debería serlo, ha herido a las sociedades que nos han precedido -también a ésta-; y les hería tanto que eran capaces -los que la representaban- de perseguir o, incluso, de matar por ello.No, dejémonos de malos cuentos. "Herir la sensibilidad" será necesario mientras existan mentes cerradas contra la comprensión de unos valores en su conjunto; a no ser que se haga gratuitamente, algo que es no menos que estúpido.

"La divina comedia" de Dante, "Las cartas persas" de Montesquieu, "Las cartas marruecas" de Cadalso, "Las flores del mal" de Baudelaire -o los escritos renovadores en general- herían siempre a los más reaccionarios, a los más "guapos", a los que menos querían que algo cambiara de cada época. Sin duda, fue así.

Sobre la crueldad: se debe especificar tal o cual y "justificar" o comprender las expresiones "de los que la reciben". Sin tapujos, las cosas no es que tengan una parte positiva y otra negativa para que sean aprobadas a ciegas, sino que a unos les afecta una crueldad y a otros no -se alían con ella o, al provocarla, no la sienten-. Un país no es que tenga una parte positiva y otro país una parte negativa, no, sino que una crueldad, sino que una crueldad del primero afecta al segundo en hechos. Lo positivo en el contexto del mayor beneficio para todos radica ineludiblemente en el "herir la sensibilidad" del primero que no cree -porque no le afecta- lo que sufre el segundo con una crítica, como conocimiento, porque le incida a una autocrítica o, al menos, a otra reacción. Pero ha de decirse siempre qué ocurre por. dignidad de reconocerles la realidad a aquellos a los cuales les afecta algo que debe mejorarse.

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