QUE
PENA
Rafael
Angel Marañón
¡Que
pena haberte querido
Y
que tú no me quisieras!
Desde
entonces vivo envuelto
En
densas tinieblas negras
Por
que después he sabido
Que
tu me amabas también
Y
que te hubiera podido
Hacer
más feliz que aquel.
Pero
la ley de la vida
Es
que el joven nunca sabe
Que
su aspiración más alta
Se
disipa en una tarde.
¡Cuantas
noches me he dormido
Pensando
en tus dulces besos
Que
jamás probé, ni nunca
En
mi vida he de tenerlos!
Siempre
por tu calle andaba
Si
había salido tu madre,
Y
atisbaba en la ventana
Tal
vez tú ¡ni te enteraste!.
Yo
sufriendo acobardado;
Tú,
avizorando mis pasos,
Y
ninguno de los dos
Nos
atrevíamos a darlos.
Que
yo era un mozo travieso
Marchoso
y además pobre,
Del
que tú te avergonzadas
Si
te mentaban mi nombre.
Porque
en las fiestas del pueblo,
Cuando
requiebran los mozos
A
las mozas de buen ver
En
ti se fijaban todos.
Otro
que más veterano
Y
te quiso mucho menos,
Arrojado
se atrevió
Y
se apropió de tus besos.
Yo
mientras paralizado
No
quise forzarte entonces,
Pero
tú te impacientaste
Y
así me ganó veloce.
Yo
andaba desesperado,
Paralizado
de miedo,
Por
tu falsa indiferencia
O
tu talante severo.
Dicen
los más enterados
Que
del amor hacen higa,
Que
solo el primer amor
Nos
dura toda la vida.
Y
será verdad, yo digo,
Porque
hasta en mi edad provecta
Solo
me acuerdo de tí
Como
mi dicha completa.
Te
perdí, por comedido,
Que
solo un paso tenía
Que
haber dado en su momento,
Sin
penar toda mi vida.
Y
no es un tormento agudo,
Pero
en mi interior, ya inerte,
Guardo
mis vanas razones
Por
no haber sido valiente.
Me
engañaba y te engañé
Con
falaces presunciones,
Y
debí actuar entonces
Sin
tantos necios temores.
Pero
ya no importa nada,
Que
tu recuerdo es bastante
Para
hacerte amable y dulce
El
que fuera tan cobarde.
Y
nadie tiene la culpa
De
que a un muchacho galante,
Por
corto y caballeroso
A
su dama le arrebaten
Que
la mujer solo espera
Un
amor limpio y amable,
Cuando
la vida permite,
En estas cosas cuidarse.
Y
¡que quieres que le hagamos!
Le
repetía a mi madre
Cuando
con celo de gata
Animábame
en la tarde.
Sal
afuera que esa niña
A
tí solo es a quien quiere,
Que
yo soy mujer y sé
Lo
que otra hembra apetece.
Que
se la lleva ese hombre
Que
tu lado nada vale,
Que
solo tiene el dinero,
Y
que como tú no hay nadie.
La
pobre ¡que bien sabía
Lo
que yo llegué a quererte!
Y
en silencio contemplaba
De
mis lágrimas la fuente.
Que
yo intentaba fingir
Lo
que inocultable era,
Que
un amor de colegial
Es
flor de una primavera.
¡Que
no puedes esperar!
¡Que
la tiene convencida!
¡Que
si esperas un día más!
La
puedes dar por perdida!.
Y
yo miedoso, inseguro,
En
tus ojazos morenos,
No
acertaba a descifrar
La
fuente de tus deseos.
Ya
te perdí y me perdiste
¡Para
que dar más rodeos!
Te
perdí y te defraudé
Porque
fui tan caballero.
Y
en estos lances de amores
El
que insiste se la lleva,
Y
no el que loco de amores
Vive
espera que te espera.
Que
en su momento y sazón
Es
cuando nobles esfuerzos
Llevan
fruto natural,
Si
no te agarrota el miedo.
Y
te quiero cada día
Y
de ello no me arrepiento.
Queda
una dulce certeza;
Que
me quieres, y te quiero
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