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ELOGIO A LOS MALOS Y MALDITOS

Carlos Yusti

En realidad el título de este artículo no se refiere a los malos y malditos de la política nacional, quienes con sus perversidades a saber, como el tráfico de influencias, el nepotismo y sus negociaciones turbias y descaradas han contribuido al colapso del país en lo moral y económico. Tampoco voy a referirme, en las líneas que siguen, a los malvados(as) que pululan en las telenovelas, sino a los malos y malditos de la literatura; los cuales fueron retratados por Fernando Savater en un inspirado texto.

"Malos y malditos" es un libro para niños, entre 9 y 13 años, que reúne una galería de seres protervos, pertenecientes a ese universo inigualable de la fantasía literaria. Por supuesto que estos malos y malditos de la tienta impresa poseen más poético encanto que el de algunas personas reales a quienes, por diferentes razones, tenemos que soportar con cierta forzosa amabilidad y las cuales además se mueven en el ámbito de una malevolencia servil y cotidiana: seres que añoran una dictadura, que maltratan y vejan a las mujeres o a los niños, personas que colocan cercos de odio y prejuicios a los demás por la pigmentación de la piel, porque pertenecen a otro país, o debido a que tiene ideas distintas al del conglomerado social; en fin personas que viven sólo en función de sus intereses particulares y que transpiran una insolidaridad insolente y están siempre dispuestas a juzgar a los demás, a organizar linchamientos y otras barbaridades por el estilo dejando en claro su lastimoso fanatismo y su inaceptable intolerancia. Por fortuna los malos y malditos reunidos por el filósofo español en su libro carecen de todas esas repulsivas características tan humanas y conforman, si se quiere, una especie de lírica de la maldad, a la par que son el complemento indispensable de una entretenida narración.

Cuando niño recuerdo que jugaba siempre con otros compañeros a policías y ladrones, pero todos queríamos ser los buenos, es decir los policías. Esto traía severas complicaciones para iniciar el juego. Como no se llegaba a ningún acuerdo teníamos que decidir con una moneda para saber quienes conformarían ambos bandos. Los malos de la literatura no buscan su condición de perversos lanzando una moneda, ni son producto del azar más conspicuo, aceptan su destino y cumplen a cabalidad con sus preceptos y leyes sin tantos remilgos ni autoflagelaciones. En ciertos aspectos uno como lector llega a tomarles algo de afecto, cierta franca simpatía porque comprende la soledad de los malos y el desamor que los anima.

El título del libro parece algo brusco, no obstante el mismo autor explica trata de explicarlo con una argumentación bastante convincente: "El título de este libro dice malos y malditos. Son dos formas de resultar culpable bastante diferentes. Los verdaderos malos son así porque quieren: podrían ser buenos, pero prefieren fastidiar al prójimo, abusar de los débiles y apoderarse de los que les gusta sin respetar a nadie. De estos malos de verdad creo que hay bastante menos de lo que suele creerse. Los malditos, en cambio, abundan mucho más. Llamo malditos a los que quisieran ser buenos pero acaban haciendo pupa porque los demás no les ayudan o no les entienden. Más que malos los malditos son buenos con mala suerte".

Fernando Savater en su museo privado de malos y malditos tiene personajes como el cíclope Polifemo, al profesor Moriarty, archienemigo jurado del gran Sherlock Holmes, a Sanson Carrasco que tuvo la desfachatez de engañar y burlarse de un abrillantado y delirante Don Quijote, al Capitán Nemo, a Frankenstein, a Jhon Silver y hasta los Velocirraptores del Parque Jurásico. Es una lástima la ausencia de dos malditos incomparables como son el capitán Ahad, el temible lobo de mar obsesionado por la ballena blanca Moby Dick y el sempiterno conde Drácula. Así y todo el libro se deja leer sin ninguna resistencia debido a que Savater sabe encontrarle una enseñanza positiva (no gazmoña como la que suelen presentar muchas fábulas) y heterodoxa a estos malos y malditos de la imaginación literaria. Sobre el Cíclope Polifemo escribe: "Lo monstruoso del cíclope era su falta de hospitalidad. A los pobrecillos que llegaban cansados y estremecidos de luchar contra las olas no les ofreció ayuda, sino que los trató como animales (...) acuérdate cuando veas en tu ciudad al extranjero, al inmigrante, al que pide refugio y comprensión. No seamos nosotros ogros odiosos para ningún ser humano". Esta característica de ver en estos personajes malignos una parábola aleccionadora en pro del humanismo y la solidaridad convierte al libro en un estudio filosófico sobre el mal bastante peculiar. No hay una retórica superflua, ni un rebuscado conceptualismo. El lector Savater presenta los personajes desde una óptica de abierta simpatía. 

En lo personal siempre me identifico con los malos y los malditos de las ficciones literarias porque ellos se aceptan tal como son y no requieren de algún libro de autoayuda para elevarse un poco la autoestima. Además ellos le proporcionan a la historia un toque de interés siempre creciente. Ahora con respecto a los malos y malditos de la vida real (a menos que pertenezcan al mundo del arte y la literatura) no puedo establecer con ellos ningún tipo de vínculo, debido a que carecen de humanidad, de hechizo y de esa vivificadora poesía de los malos y malditos de la literatura.

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