GRUTA DE ESPEJOS
IX
María Elena
Solórzano
Tus labios buscan en mi vientre
las palabras que no se han pronunciado,
las panojas maduras que subyugan.
Por tus labios herida para siempre
en el fondo de mi piel y de mi espacio
con mis zumos anhelas bautizarte
y juntos recorremos la distancia
que de nosotros mismos nos separa.
No hablamos. Ni vértigos
ni sombras ni palabras:
tan sólo hay tocamientos.
Extraviada en el zarzal de mis urgencias
tu boca deambula por mi cuerpo.
Tu boca es vertedero de amatistas
donde ciegos parlotean los gorriones;
Se esconden mis quimeras,
murmuran los fantasmas
sobre el desahucio de la vida.
X
María Elena
Solórzano
Tu voz suena como en pozo limpio,
ocupa en mi vigilia el último reducto
y el primer escalón del sueño.
Tú me llamas
y sólo soy inocente halo de luna,
amargo polvo de alumbre.
En la serena espera
descubro el fino pulimento del aire,
el estigma cubierto de violetas,
el oscuro párpado de mi alma.
Me llamas para unir palabras rotas,
vaticinios y cánticos nocturnos.
Otra vez naceré en la llama,
otra vez seré lúbrica cigarra.
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