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LA VOZ DEL GENIAL PINTOR MALAGUEÑO

Francisco Arias Solis

PABLO PICASSO (1881-1973)

"Pablo Picasso nació en Málaga
y halló un palito en el Perchel
que se le convirtió en pincel."
Rafael Alberti. 


Decimos genial la personalidad de Picasso por su arte, como la de esos otros geniales pintores (Goya, Velázquez, Rembrandt, Tintoretto...) por su violencia maravillosa que no elude el espanto trágico de la muerte a fuerza de estar viva. Que suspende, arrebata nuestro ánimo colocándonos por la verdad erótica de su forma sobre el abismo luminoso y tenebroso de la vida. 

Con cuatro versos del Marqués de Santillana se dio en cierta ocasión un retrato vivo de Pablo Picasso. Estos versos sacados de la Comedieta de Ponça, son admirables, no solo por sí, sino como representación exacta del genial pintor malagueño: "Oyó los secretos de la filosofía / e los fuertes pasos de la naturaleza: / obtuvo el intento de su pureza / e profundamente vio la poesía". 

Se podría decir que estos cuatro versos estaban escritos expresamente para él. A la filosofía y, lo que es más extraordinario, a la naturaleza por sus fuertes pasos, las había oído este extraordinario pintor: y a la poesía, mirándola la vio profundamente.

Hace casi un siglo escribía el poeta y amigo de Picasso, Gillaume Apollinaire: "Este malagueño nos golpea con su arte, acardenalándonos como un frío seco". Desde entonces la creación pictórica de Picasso no ha cesado de golpear de este modo. Y aquellas palabras del poeta no han perdido vigencia cuando añadía: "Su insistencia en perseguir la belleza cambió todo en el arte. La gran revolución de las artes que ha realizado casi solo consiste en haber hecho del mundo una nueva representación suya. Hombre nuevo, el mundo es su representación". 

Creo que en estas palabras de Apollinaire se contiene la mejor definición crítica del genio de Picasso. A cada nueva aparición de una "época" picassiana ha respondido un mismo asombro, escandaloso con su afirmación y negación correspondiente. En cada nueva obra nos fue revelando esa visión o representación de un mundo nuevo, revolucionariamente al parecer, por su novedad misma; su radical y profunda originalidad siempre. Los contempladores del enorme arte de Picasso tenemos el derecho a horrorizarnos y maravillarnos ante él. Horror y maravilla polarizan –tan españolamente- esta nueva visión, representación de su mundo, o sus mundos, que nos da Picasso. Horror y maravilla como la de una corrida de toros. El pintor en cada lienzo, nos transmite la emoción de un riesgo mortal, perecedero, de su logro; como en el ruedo de la plaza el lance o faena del torero con el toro. Por esto, sin duda, Picasso se llamó a sí mismo, con penetrante acierto, "matador de toros en la pintura". Esto es, sencillamente, torero de verdad, y no solamente de la verdad; como un pensador o poeta, burlador trágico de la muerte.

Picasso, que parece al principio preso, encadenado por esas apariencias mortales de su arlequinada luminosa, se libera rápidamente de su red ilusoria, para encararse con una realidad –despojada de ese disfraz- y vestida del "traje de luces" de torear. Traje trágico porque afirma la vida en la alegría que desenmascara con su riesgo, que es lo que hacen en la plaza juntos, el torero y el toro. 

El Picasso que tan "profundamente ve la poesía" es el de sus realizaciones últimas el que nos parece, decimos, por extremado, más absoluto, más evidente, más genial, más Picasso.

Picasso nos pone ante los ojos un mundo suyo, recién nacido a su viva verdad; una representación espantosa y maravillosa de ese mundo, que al despoetizarse aparentemente de mentirosa, ilusoria, falsa poetización, sensacional o sensiblera, se enciende, se ilumina de dolorosa inteligencia; de razón o enajenación racional, viva y verdadera, de veras y de burlas, como la de Cervantes en el Quijote. El malagueñísmo, el andalucismo, el españolismo de Picasso, por serlo, por la misma profundidad de su raíz, supera los límites de su origen para alzarse y lanzarse con tanto ímpetu a su universalidad total y única. Y es que, como dijera el poeta: "Una vez en la tierra existió una edad maravillosa / a la que llamaremos picassiana". 

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