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SISLEY

Macarena Iriarte Vega

Cuando Vincent Van Gogh terminó de pintar su "Café de la Noche", se acordó, de lo que un viejo conocido el marchante Terteeg, había observado ante un cuadro de Alfred Sisley , que el artista que había hecho aquello debía estar un poco bebido . " si monsieur Tersteeg decía eso de Sisley, -escribía Van Gogh a su hermano Thèo - el más discreto y suave de los impresionistas, de mi pintura diría que es el pleno delirium tremens"
Esa fama de pintor , delicado y amable , que no llegó a beneficiar a Sisley en la vida , le iba a condenar ante la posteridad. Su obra se quedó al margen de la corriente de la Historia y nadie evocaría su nombre como precursor de las transformaciones radicales del arte del S XX. Porque a diferencia de Monet , de los Jardines Acuáticos casi abstractos, del Pissarro divisionista, dfel Rendir clasicista y monumental, y sobre todo del fecundo Cezanne tardío , Sisley nunca se habia aventurado mas alla del impresionismo : había sido fiel hasta el final al paisaje captado al aire libre, captado, en el instante fugitivo de la visión.

Esta espléndida exposición del museo Thyssen, comisariada por Mary Anne Stevens. ( que en 1922, organizó la gran retrospectiva Sisley) y Ann Dumas, quiere vindicar a quien fue acaso el más puro de los impresionistas y lo hace , visitando uno a uno los escenarios donde el pintor, vivió y trabajó a lo largo de su vida, casi siempre lugares en el curso del Sena y en el Loing. El viaje comienza en el bosque de Fontainebleau, en cuyos caminos descubrió Sisley, acompañado por Monet y Renoir , las virtudes de las pinturas a "plein air" siguiendo los pasos de los pintores de Barbizón sobre todo de Corot. Siempre se ha visto en Sisley al heredero natural de Corot, de su aliento poético y de su rigor clásico.

Se ha hablado tanto de ese espíritu clásico, de su manera poussiniana de enmarcar y ordenar la naturaleza, que casi habíamos olvidado la energía que sintieron sus primeros espectadores.El deslumbramiento de ese "Efecto de Nieve en Luovecienne" ( 1874) con su violento contraste entre la luz blanca-amarilla y la sombra azul. El vértigo de la perspectiva acelerada de un río o de un camino que absorbe al espectador y lo proyecta dentro del paisaje . Hasta en sus momentos más serenos la pintura de Sisley posee una asombrosa intensidad , que no solo provoca la exaltación del ojo , sino la sensación física de estar respirando al aire libre. En la serie de cuadros pintados en el verano de 1874, en Hampton Court , al oeste de Londres , situaba Sir Kenneth Clark el momento culminante de la tradición naturalista en el arte occidental , el punto de máxima fidelidad de la expresión visual . Ya fuera de allí en la riberas del Támesis , o en tantos parajes a orillas del Sena , el elemento vital de Sisley fue siempre el agua.
Durante las inundaciones de Port-Marly , en diciembre de 1872 y de nuevo en 1876 , salió a pintar los campos anegados por la crecida del río: una catástrofe tranquila de la que emergen radiantes , bañados por la luz , los muros de la Bodega de San Nicolás , transfigurada en un palacio veneciano . Agua y aire, tierra y cielo forman una sola masa que envuelve todas las cosas y el mundo parece recobrar ante nuestros ojos su perdida unidad originaria

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