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ANTOINE DE SAINT - EXUPÉRY:
Un príncipe en su vuelo de noche

Zorayda Armengol

EL NOVIO DEL MUNDO

¿Quién fuiste Antoine?
¿Quién en realidad?
¿Por qué los como tú se van?
¿Por qué si regresan,
nadie los anuncia para irlos a buscar?

¡Quién haberte podido amar!

El pacifista, piloto de guerra,
aún sin saber qué decirle a los hombres,
los conquistó de manera eterna.

Mi querido Exupéry,
- héroe de leyenda -,
genio de los ingenuos;
padre de la fraternidad;
tu sonrisa especial fue amasada en las estrellas.

¡Quién haber suavisado, tu responsabilidad!

No pude aliviar tus dolores físicos.
¡Si al menos, te hubiera podido consolar!

Ya todo quedó atrás, mas,
¡yo hubiese querido enterrar tu soledad!

¡Quien contigo... volar...!

¿Sabes en cuánta puesta de sol,
él te extrañó?
¿Cuánto espíritu aventurero
te invocó?
¿Cuánto brillo en los ojos
apeló a tu razón?
¿Cuánto se salvó,
por esperar como tú en el amor?

Aquel poeta tierno
con voz de hijo,
llevaba la esencia del mundo
en sus párpados.
Aquel hombre inmenso
con corazón de niño,
parió príncipes y princesas
por todos lados.

Un día por nosotros te asignarán retornar.
Déjate ver si llegas.
Llámame si regresas.
Acepta recoger la estela de tus amigos en la Tierra.
No pases de incógnito.
No me lo podría perdonar.
¡Cómo no coincidir con el novio de las eras!        


En el pasado año 2000, se celebró en Francia, y en los corazones de muchos, el centenario del natalicio del escritor y piloto heroico: Antoine de Saint-Exupéry. Un hombre inmortalizado por su trayectoria y obra literaria, pero en el fondo un ser humano muy cerca de todos los hombres. Alguien quien disfrutó de triunfos que compensaron en alguna medida, grandes sufrimientos morales y corporales. Una persona con esperanzas y desesperanzas que fueron el abono perfecto para templar su carácter y lograr una obra maestra del humanismo francés: "El Pequeño Príncipe". Así la catalogaría André Gide, (amigo personal del autor y premio nobel de literatura posteriormente) en su prólogo de la primera edición. Mas hoy por hoy, habiendo rebasado las fronteras territoriales y del idioma, sabemos que tiene un lugar ganado en el humanismo universal.

Exupéry nace el 29 de junio en Lyon, por el mismo entonces en que se inicia la era de la aviación protagonizada por los hermanos Wright. En 1912 monta por vez primera en aeroplano y la experiencia lo impresiona tan profundamente que marcará su destino.

Tan así que después de trabajar en diferentes empleos en los cuales no tuvo mucho éxito, en 1922, se recibe de piloto civil y posteriormente de piloto militar. Su madre termina por aceptar la vocación de su hijo, la que le regalará muchos desasociegos, producto de los varios y graves accidentes aéreos que tuvo Antoine. Así, como su
matrimonio con Consuelo Suncin, joven salvadoreña, viuda por segunda vez del escritor Sandoval Gómez Carrillo, la cual sólo fue aceptada por ella, respetando nuevamente la decisión de su hijo.

Si bien Consuelo fue la mujer que inspiró al creador de "El Principito", su relación estuvo plagada de idas y llegadas, ausencias y reconciliaciones. Sin embargo, quien la hubiese inmortalizado con los rasgos de la rosa, llevaba en la muñeca una pulsera de plata con sus dos nombres grabados, en su último vuelo. Algo que suponía saltarse las normas militares, como menciona Paul Webter en la biografía que hiciese, de su esposa por quince años. Un mensaje póstumo descubierto cincuenta y cuatro años después, cuando fue encontrada en el mar, en las redes de unos pescadores. Para ese entonces Consuelo hacía diecinueve años que había fallecido, más de haber vivido su madre no le hubiera causado sorpresa. Ella por encima de sus desavenencias creía en el amor de ellos; juntos o separados por las circunstancias, nunca dejó de brindarles su apoyo y compresión.

Entre las primeras obras de Antoine de Saint - Exupéry se encuentra "Vuelo Nocturno", terminada en 1929 y publicada en el 1931. Obra por la cual obtiene el Premio Fémina de Literatura, destacándose por su narrativa intensamente poética y su filosofía de la vida.

Fue André Gide quien también hiciera su prólogo, en donde expresaría: "Todo lo que Saint - Exupéry cuenta, lo relata con conocimiento de causa. El enfrentamiento personal de un constante peligro concede al libro un sabor auténtico e inimitable".

Este relato novelado, del cual Hollywood adquirió los derechos cinematográficos, llevándolo a la pantalla grande, recoge las experiencias del escritor como piloto civil en la compañía Aeropostal, regentada por Didier Daurat, en quien se basa el personaje de Riviere. La acción transcurre durante la época heroica de la aviación, en la que para luchar contra la competencia del ferrocarril que corre sin par, se intentaron los primeros vuelos de noche. Los tres aviones postales de la Patagonia, de Chile y de Paraguay, vuelven del Sur, del Oeste y del Norte hacia Buenos Aires, donde les aguarda, dispuesto a despegar, el avión de Europa. Y Riviere también los aguarda; el director de la red, hombre de acción totalmente entregado a su oficio, inflexible pero humano, que cree que hay que manejarlos con dureza, incluso con injusticia si es menester, para lanzarlos fuera de sí mismos y obligarlos a una vida fuerte de la cual obtendrán gozo y orgullo.

El correo de Chile llega primero, empujado por un ciclón que viene del Pacífico; Fabien, el correo de la Patagonia, después de haberse deslizado por un "cielo puro, viento nulo", se hunde progresivamente en aquel mismo ciclón, el cual cosa inaudita, ha desbordado Los Andes e invade todo el Sur hasta el Atlántico; viento poderoso, estrellas
que se apagan, rayos, sacudidas producidas por los remolinos, opacidad de la tempestad aumentada por la noche, y todas las estaciones dando la señal por radio: "Tempestad sobre mil kilómetros".

Riviere busca en vano una región tranquila que sirva de refugio; la joven esposa de Fabien se alarma y Riviere medita que la acción rompe siempre unas felicidades, en nombre de un imperativo misterioso que parece rebasar el valor de la vida humana.

Sin embargo, Fabien perdido en las tinieblas, desviado de su ruta por el viento, decide elevarse por encima de la tempestad y, recobrada la calma, vuela al azar dentro de una luminosidad de cuento de hadas; pero sabe que se le está acabando la bencina y fatalmente, cuando el depósito esté vacío, se estrellará contra el suelo. Desde Buenos Aires se sigue esta agonía gracias a algunos destellos de mensajes que recogen, los escuchas; en los servicios se insinúa el nerviosismo; pero Riviere reacciona y da órdenes; en cuanto haya aterrizado el tercer correo que se anuncia, el de Europa despegará. El oficio que es quien forma a los hombres, cimienta su fraternidad, triunfa de los fracasos transformándolos en victoria.

Saint - Exupéry nos muestra los riesgos y el sentir de estos pioneros de vuelos a oscuras, gracias a los que actualmente se vuela al mismo ritmo, tanto de día como de noche.

Fue él quien abrió, a través de tornados, el camino de la Patagonia, y desempeñó en Buenos Aires, al frente de Aeropostal argentina, el cargo de Riviere, en cuyo personaje pintó la actitud y el alma de su primer jefe.

Saint - Exupéry ha conseguido comunicar a su episodio, según Bonfantini "un angustioso sentido de realidad sugiriendo una visión innegable grandiosa de esta tragedia cuyos personajes se encuentran a millares de kilómetros uno de otros, unidos solamente por las intermitentes emisiones de la radio y de sus comunes pensamientos".

Mas, detrás del éxito de "Vuelo Nocturno" le esperaba una desilución con la que no contaba. Su ascenso literario se ve truncado por la reacción de sus compañeros, que al reconocerse como personajes de su novela, se consideraron traicionados, al presenciar como a Exupéry le acompañaba la fama. Estas críticas hicieron mella más de lo debido en él, puesto que su finalidad no había sido otro que mostrar tamaño heroísmo. Por tanto, salvo artículos de prensa, hay una etapa sin frutos literarios extendida hasta el año 1939.

Es para el año 1940 que escribe "El Principito" a petición de su editorial. Un libro para niños que decide él mismo ilustrar, por no encontrar a nadie que logre captar la idea exacta de lo que le gustaría plasmar. Para este entonces, un año anterior, ha estallado la Segunda Guerra Mundial, y él se encuentra en los Estados Unidos de América.  Las tropas hitlerianas ocupan Francia. Es el mismo año en que Ernest Hemingway escribe: "Por quien doblan las campanas". Para Exupéry la guerra no es algo nuevo. Ya en su época de estudiante le habían llegado las ráfagas de la Primera, entre sus catorce y dieciocho años.

Amaba la paz siendo un piloto de guerra y la invasión de los nazis a su país es el marco histórico que rodea a la más hermosa poesía de Antoine de Saint Exupéry, como declarara en el prólogo de su libro "Lo esencial es invisible", el escritor Eugen Drewermann, el cual apunta: ... "su cuento El Principito, se ha convertido para una gran multitud de hombres y mujeres de nuestro siglo en la narración clave de su vida". ¿Y dónde reside la magia de una narración tan corta y tan simple? El mismo nos da la respuesta cuando expresa: " ... ofreció refugio en horas de soledad, consuelo en momentos de desengaño y esperanza en ocasiones de desamparo... fue acompañante imprescindible en largas búsquedas y anhelos, y su tristeza contenida fue como el lugar de una acogida cálida en medio de un mundo siempre más frío".

La situación no ha cambiado mucho, desde que se escribiese este libro querido por tantos. El mundo sigue teniendo una marcada tendencia materialista, superficial y deshumanizada. Saint Exupéry hubiese preferido no ser un clásico y por consecuencia que recordáramos con cariño a su Principito, pero no precisamente, por la vigencia que tiene en la actualidad. En él nos dejó de regalo su propia alma, aquel niño interno insatisfecho, que por veces prefería volar y hablar con las estrellas, antes de contactar las bajezas de los hombres; pero que en otra, poniendo los pies firmes en la tierra, se ofrece como piloto de la Francia Libre, bajo la bota fascista , siendo destinado a la escuadrilla de reconocimiento aéreo con base en África del Norte. Lo decide aún cuando por su edad y estado de salud no era recomendable que pilotease; logrando que lo llegasen a aceptar.

En su fábula metafórica nos enseña a su vez aquello por lo que vive, late y es feliz. Lo que considera verdaderamente importante: La amistad, el amor y el deber. Todas ellos sentimientos invisibles a los ojos humanos. Valores internos, meramente espirituales, que sin poder ser tocados, hacen la diferencia en la vida de los seres humanos.  Como haría alusión a ello Drewerman, en la introducción de su interpretación psycoanalítica del mismo libro: " Tenemos consciencia de vivir en medio de un desierto que se extiende sin cesar, la pregunta es si habrá alguna fuente, y dónde estará. Tendremos, pues, que ir, junto con Saint - Exupéry, por el camino de las estrellas y las cisternas y ver cuánta luz encontramos en la noche, cuánta agua en el desierto". Y agregaría más adelante: " Si hubiese que probar de alguna manera que nuestro siglo perturbado ha sido capaz de producir un cuento de validez supratemporal, El Principito ofrecería esta prueba".

Es irónico contactar que Drewermann se estuviese refiriendo al siglo pasado. Pareciese el nuestro una continuación de los mismos conflictos, violencia y falta de sensibilidad que convierte la sensación de vacío, en un pozo profundo cada vez mayor. Aún nos quedan muchas resacas y residuos del otro; más a ello hay que adicionar la esperanza de que día a día estamos fundando un mundo mejor, aunque a veces nos parezca que estamos inmersos en el pasado sin avanzar. El día que aprendamos a ver con los ojos del corazón, como aconseja el zorro al Principito, esa máxima será nuestra aliada para abrir la puerta de la evolución a nuestra humanidad sufrida.

Los amigos somos aquellos que al compartir, nos conocemos, y al conocernos, descubrimos aspectos en común. Nos preferimos, nos escogemos entre muchos y ya, nos vamos a querer por siempre. El talento de Exupéry no estuvo solamente en la creación de símbolos que le dieron grandeza a un cuento más leído por personas mayores
que por niños; sino en quedarse como el amigo eterno en el corazón de cuantos hemos tenido la dicha de conocerlo. Al corazón no es fácil llegar, mucho menos quedarse. Nos escogió sin distinción, con su ternura y realismo.

Los hombres no son dioses, tienen defectos. También Exupéry los tuvo, más no toca a sus amigos juzgar por ellos. Como diría nuestro apóstol José Martí: " Los desagradecidos ven del sol las manchas, los agradecidos ven la luz". Un hombre sencillo por encima de su bagaje cultural, que supo de risas y lágrimas, de reveses y problemas
monetarios; disfrutando a su vez de sus aciertos como cualquiera de sus lectores. Alguien que se convirtió en un mito a raíz de su enigmática muerte, el 31 de julio de 1944; cuando se expidió el comunicado oficial que lo daba por desaparecido en acción de guerra, sin encontrarse rastro alguno de su existencia, como ocurriese igualmente con el Principito.

Por demás su niño de melena rubia había contemplado cuarenta y tres puestas de sol y Saint- Exupéry hacía un mes y dos días que había cumplido los cuarenta y cuatro años.

¿Premunición reflejada? Puede ser; de lo que si no hay duda es que el único hijo que Consuelo y Antoine pudieron tener fue el Principito. Amasado en medio de torbellinos ambientales y emocionales, comprueba nuevamente que de circunstancias no del todo favorables, suelen surgir las más bellas obras, las que rescatan la parte más valiosa del ser humano, con bondad y nobleza. El mal nos enseña a nutrirnos y a encontrar el bien dentro de él, dejándolo surgir.

Antoine de Saint-Exupéry hubiese querido que su obra maestra hubiera sido "Ciudadella", su publicación póstuma; en la que había estado trabajando desde hacía tiempo. Había desplegado en ella su pensamiento filosófico. Mas, los designios divinos son sabios. Este gladiador del aire, que confesaría en su última carta, que si regresase con vida de la guerra lo único que se preguntaría sería "¿qué puedo decirles a los hombres?", no pudo visualizar el alcance de sus palabras. Había dejado lo mejor de sí, profundamente, en cada uno de nosotros. Por su nostalgia, laboramos en la construcción de un planeta con un nivel de conciencia más elevado. Para que cuando el Pequeño Príncipe regrese, pueda sentir a la Tierra mucho menos extraña; con sus mismas rosas, estrellas, pozos y picos montañosos; pero mucho más habitable, por hombres, mucho menos distantes entre sí.

Bibliografía:
Saint-Exupéry, Antoine de. El Principito. Traducción de María de los Angeles Porrúa. Editorial Porrúa, S. A. Av. República Argentina, 15, 06020 México, D. F., 1994.
Saint-Exupéry, Antoine de. Vuelo Nocturno. Traducción Revisada de F. Jamís C. Leante. Editora del Consejo Nacional de Cultura. Editorial Nacional de Cuba/ La Habana, 1964.
Barros, Jackeline de. Antoine de Saint - Exupéry. Para jóvenes
principiantes. Errepar S. A. Avenida San Juan 960 - (1147) Buenos Aires, República Argentina, 2000.
Drewermann, Eugen. Lo esencial es invisible. El Principito de Saint -
Exupéry: una interpretación psicoanalítica. Versión castellana de Xavier Moll. Empresa Editorial Herder S. A., Barcelona, 1994.
Webster, Paul. Consuelo de Saint - Exupéry. La rosa del principito.
Traducción de Lolo Rico. Editorial Espasa Calpe, S. A. Carretera de Irún, km 12, 28049 Madrid. 2001.
Saint - Exupéry, Consuelo de. Memorias de la rosa. Traducción de Francisco Rodríguez de Lecea y Albertina Rodríguez Martorell. Ediciones B, S.A. Bailén, 84 - 08009 Barcelona (España). Librairie Plon, 2000.
Schiff, Stacy. Saint - Exupéry. A biography. Published by Da Capo Press, Inc. Centennial Edition. 1996.
Webster, Paul. Saint - Exupéry. Vie et mort du petit prince. Biographie. Éditions du Félin 10, rue La Vacquerie, 75011 Paris, 2000.




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